El agua es vida. Las personas, la naturaleza y la economía necesitan agua. Y esta puede estar bajo presión, especialmente cuando la demanda supera la oferta o la mala calidad restringe su uso. Desde 1991, la Semana Mundial del Agua es un lugar de encuentro que inspira la acción colaborativa y que une ciencia, política y práctica. Este año, bajo el lema “Agua, ecosistemas y desarrollo humano”, se han tratado temas que afrontan los nuevos desafíos, como son los relacionados con la cantidad y, también, la calidad del agua.
Pues, a pesar de las numerosas acciones emprendidas tanto a nivel nacional como de la Unión Europea, la calidad del agua sigue siendo un problema grave para muchos de sus estados miembros. Así lo refleja el informe “Estado del agua” recientemente elaborado por la Agencia Europea de Medio Ambiente que demuestra que, aunque se han conseguido progresos, los países de la UE se encuentran considerablemente desviados de sus objetivos establecidos. Así lo constata la Directiva Marco del Agua de la UE, que se creó en el 2000 con el objetivo de monitorear y mejorar los estándares del agua de los países miembros. Este organismo intergubernamental estableció la meta de tener todos los ríos bajo la etiqueta de “buen” estado químico para el 2015.
Según publica Euronews sobre los resultados de este informe, aproximadamente el 60% de los 130.000 lagos y ríos y otras masas de agua que fueron evaluados para el estudio durante 5 años, no alcanzan el estándar para lograr un buen estado ecológico, siendo la contaminación agraria una de sus principales causas. Entre los países con excelentes resultados, con los ríos más limpios, encontramos Estonia, Escocia, Rumanía y Eslovaquia.
Otro elemento preocupante que muestra este informe es el suministro del agua que, aunque se centra en la eficacia de su uso, también señala que este julio, en la UE, fue 0,4 grados centígrados más cálido que el promedio y esto tiene implicaciones en el riego. También destacan los problemas relacionados con la carencia de agua provocada por la sequía. O la grave escasez a la que se enfrentan grandes ciudades como Londres, que prevé que para 2040 necesitará fuentes alternativas de suministro.
Aunque también se han registrado mejoras en relación con el tratamiento de las aguas residuales, la calidad del agua es una asignatura pendiente que, si no se afronta con celeridad, se estima podrá obstaculizar el desarrollo. Pues, como se concluía en la Semana Mundial del Agua 2018, hay que centrarse en la base misma de nuestra existencia: los ecosistemas de los que depende toda la vida y el papel crítico del agua en sus funciones.
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