Mary Anning nació en 1799 y murió en 1847. Fue la primera paleontóloga reconocida; también fue coleccionista y comerciante de fósiles, conocida en todo el mundo por los numerosos hallazgos de importancia que realizó en los lechos marinos del período jurásico en Lyme Regis, Reino Unido, donde vivía.

Entre sus hallazgos se encuentran el primer esqueleto de ictiosaurio, los primeros dos esqueletos de plesiosaurios, el primer esqueleto de pterosaurio y algunos importantes fósiles de peces.

Mary Anning fue una mujer muy relevante. No solo se la puede considerar la buscadora de fósiles más destacada entre sus contemporáneos, sino que fue la primera persona que se ganó la vida vendiendo fósiles, y sus descubrimientos se han convertido, en su conjunto, como piezas claves que prueban el fenómeno de la extinción.

La formación de Mary Anning era muy limitada. Aprendió a leer los domingos gracias a los textos bíblicos. Sin embargo, por su deseo de aprender lo más posible sobre fósiles, leía tanta literatura científica como era capaz de obtener. En ocasiones copiaba a mano artículos que tomaba prestados de otros. También diseccionaba animales modernos como peces y sepias para entender mejor la anatomía de los fósiles.

Su reputación crecía por los continuos hallazgos que realizaba, de modo que fundó una tienda llamada Almacén de fósiles Anning. Con anterioridad había tenido otro negocio muy importante, así que la apertura de este nuevo local fue cubierta por la prensa local. En la noticia se citaba que la tienda contenía en aquel momento un excelente esqueleto de ictiosaurio en exposición.

Geólogos y coleccionistas de fósiles tanto de Europa como de América adquirían fósiles en su tienda. No solo compraban sus especímenes sino que varios de los geólogos más importantes visitaron a Mary Anning para trabajar con ella en la recolección de fósiles y para tratar cuestiones de anatomía y clasificación.

A pesar de ser una autoridad en la materia que la ocupaba siempre fue considerada como una intrusa para la comunidad científica, ya que era mujer y, además, de clase trabajadora. Aunque Mary Anning sabía más sobre fósiles y geología que la mayoría de los hombres paleontólogos a los que vendía, eran ellos quienes publicaban las descripciones científicas de los especímenes que ella encontró, e incluso a menudo se negaban a mencionar su nombre.

Sus hallazgos pusieron en duda las teorías creacionistas que en aquel momento dominaban el debate científico y erigieron los pilares de la teoría de la evolución por selección natural que formularon Lamarck y Charles Darwin años después.

Hubo de transcurrir mucho tiempo hasta ser reconocida como “madre de la paleontología” y nombrarla Miembro de la Sociedad Geológica de Londres.

Hoy día sus fósiles pueden ser contemplados en la Galería de Paleontología del Museo de Historia Natural de París y en su homónimo en Londres.

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