Así clamaba una voz entre la multitud que pedía justicia para la minoría rohingya. El 25 de agosto, fecha que representa el primer aniversario de los ataques que obligaron a miles de personas al éxodo masivo hacia Bangladesh, tuvo lugar una concentración en la cima de la colina del campo de refugiados Kutupalong, donde se movilizaron 15000 personas para pedir justicia para las víctimas y familiares y poder regresar a sus casas en Myanmar.
«25th August – Black Day,» anunciaba una pancarta. Y es que el 25 de agosto de 2017 estalló la última gran ola de violencia en Myanmar que obligó a más de 723.000 personas a huir de sus casas y buscar refugio en los asentamientos de Bangladesh. Muchas de estas personas acudieron al campo de refugiados de Kutupalong que actualmente alberga 600.000 personas, la gran mayoría mujeres y niños (el 40% de los cuales son menores de 12 años) que viven en condiciones límite debido a la insuficiencia de servicios e infraestructura del asentamiento.
Ante esta situación, las Naciones Unidas advierten de la importancia de no olvidar la situación a la que se enfrentan los y las refugiadas rohignya diariamente y de “no darles darles la espalda y permitir que los rohinyás se vean envueltos en otra tragedia más”.
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