Ni por 6.000 euros cada inmigrante

¿Cuál es el precio de las personas? La estimación de nuestro valor se halla en función de diversos parámetros. En función de quién nos quiera, nos odie o nos ignore; de nuestro rendimiento en el trabajo; del placer que proporcionemos si somos artistas de la pintura, la música, la escritura, la danza. Y no valemos nada si huimos de nuestro país, emigramos, somos cuerpos quebrantados o cadáveres flotando en el mar. La Unión Europea ofrece a los Estados 6.000 euros por cada emigrante que acoja, sin embargo, hasta ahora no ha surgido ningún voluntario. Tal vez los gobiernos consideran que lo seres humanos, aunque sean pobres diablos sin fortuna, valen mucho más y, por lo tanto, no pueden aceptar tan baja cotización. Mejor, pues, no admitirlos, expulsarlos si han conseguido entrar, ignorarlos cuando naufragan en el mar europeo, en el Mediterráneo. En 2016, por ejemplo, fueron 3.783 personas las que murieron en su intento de atravesarlo, creando con sus cuerpos un enorme cementerio marítimo acumulativo año tras año.

Por parte de Turquía, sin embargo, no hubo vacilaciones a la hora de aceptar un Acuerdo con la Unión Europea para contener la llegada de refugiados al continente. A finales de 2015, se estableció que Turquía recibiría 6.000 millones de euros, en dos fases de 3.000 euros, a cambio de retener a quienes pretendían refugiarse en Europa. En aquella fecha, no lejana, los otomanos ya albergaban 3,5 millones de refugiados, en tanto que Europa acogía a 800.000. La comparación entre el número de habitantes de Turquía, 78 millones, y los que suma la Unión Europea, 500.000, hace patente el desfase entre una y otra proporción.

Cuáles son las condiciones de vida de los refugiados en Turquía no ha aparecido como preocupación destacada, como tampoco se ha mencionado, en el susodicho Acuerdo, la calidad del gobierno turco. La carencia de libertades y el poco respeto de los derechos humanos se pasan por alto con tal de librarse de las migraciones, objetivo primordial como lo demuestra la presente renuencia a acogerlos por solo 6.000 euros por cabeza. Bajo precio para un ser humano y bajo precio para darle cobijo.

Por lo demás, superficialidad y egoísmo ante el auténtico debate. Un debate en dos términos: ¿Cómo modificar el sistema económico global que mantiene en la miseria a unos países mientras el resto se lucra a su costa y hace que cientos de miles de súbditos necesiten emigrar? ¿Cómo poner fin a las guerras que asuelan los países con muerte y destrucción? Occidente fabrica todo y contempla todo, cómodamente sentado en su sofá.