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Las enfermedades cerebrovasculares, como el ictus, se producen cuando se obstruye el paso de la sangre al cerebro. Entre las causas que provocan estos accidentes, podemos encontrar una dieta poco saludable, la inactividad física o el consumo de tabaco, entre otras.

Aunque la mayoría se pueden predecir, este tipo de alteraciones de la circulación de la sangre son la primera causa de fallecimiento entre las mujeres, a nivel español, según el Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología. Cuando una persona padece un ictus, sus células cerebrales -las neuronas que se encargan de enviar y recibir impulsos eléctricos de unas a otras para que, por ejemplo, nos podamos mover o sentir- se destruyen. 

En un estudio recién publicado en Nature, Dual-function injectable angiogenic biomaterial for the repair of brain tissue following stroke [Biomaterial angiogénico inyectable de doble función para la reparación del tejido cerebral después del accidente cerebrovascular], liderado por la Dra. Tatiana Segura, del Departamento de Ingeniería Química y Biomolecular de la Universidad de California, Los Ángeles, se explican los últimos avances de la ciencia para poder reparar el tejido cerebral dañado después de sufrir un ictus. Teniendo en cuenta que las neuronas, una vez destruidas, no se pueden regenerar, la investigación de la Dra. Segura brindaría una nueva opción para recuperar el tejido dañado y un progreso increíble de la medicina. Aunque este estudio se ha llevado a cabo en el laboratorio, los beneficios de su propuesta, el gel que crea una matriz de ácido hialurónico alterada para que se generen moléculas idóneas para la regeneración de los vasos sanguíneos y así se recupere la circulación de la sangre en la zona afectada por el ictus, ha tenido resultados positivos. Además, otra ventaja del gel es que es biodegradable y el organismo lo puede absorber, lo que en un futuro se podría estudiar para otro tipo de intervenciones en las que el tejido se vea afectado.  

Aun con este progreso futuro de la medicina, no podemos descuidar nuestra salud presente. Podemos reducir el riesgo de padecer un ictus cambiando nuestros hábitos de alimentación y actividad física. En artículos ya publicados con anterioridad podíamos aprender a estar más activas, con unos pocos minutos al día de ejercicio o practicando algún deporte que nos ayude a reducir el riesgo de accidentes cardio o cerebrovasculares. Todo para prevenir que la circulación de nuestra sangre se vea alterada y para tener una mejor calidad de vida a largo plazo.

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