Las recientes denuncias de violaciones y acoso sexual en los espacios de ocio generan diferentes reacciones. Por una parte tienen la consecuencia positiva de establecer protocolos en festivales como el Primavera Sound o La Patum, por otro lado desatan comentarios sexistas que culpabilizan a las víctimas afirmando en base a su vestimenta o su actitud que “ella se lo ha buscado”.

Unido a los típicos cuestionamientos retrógrados a las víctimas que incluyen el “cómo iba vestida” “qué había bebido”, etc. se une el cuestionamiento de si la chica estaba interesada en ligar inicialmente con el agresor. Aún resuena en nuestras mentes cuando, en el caso Nagore (2008), la única pregunta que hizo el jurado popular a la madre, en su juicio por asesinato fue si su hija era muy ligona .También nos remonta a la película Acusados (1988), basada en un caso real, donde la víctima, antes de la violación, está bastante borracha, hace bromas sexuales con una amiga sobre uno de los hombres que luego la viola, flirtea con varios de ellos y se besa voluntariamente con otro de sus futuros violadores. ¿Y qué? Nada de eso justifica la violación múltiple que después sufre.  

Son múltiples las situaciones de violencia sexual, acoso, violaciones, etc., que se producen en relaciones no estables y en contextos de ocio. Sin embargo, la prevención de la violencia de género con adolescentes sigue centrándose en hablar solo de “novios” y “novias”, de la violencia en relaciones estables, del “peligro” de reproducir roles de género  “tradicionales”, incluso del peligro de creer en “príncipes azules”. ¿Qué tiene que ver la violación de la Manada con un novio, con una relación estable, con una relación “tradicional” o con creer en un “príncipe azul”? Nada en absoluto. ¿Qué tiene que ver el caso de Nagore con esto? Tampoco nada. Mientras algunos lanzan discursos sobre cómo prevenir la violencia en relaciones estables, la violencia en las relaciones esporádicas campa a sus anchas, porque no se quiere hablar de ella. Se denuncia cuando sucede, como en estos casos descritos, pero luego desaparece de las campañas de prevención.  

Existe una gran diversidad de relaciones afectivo-sexuales en la sociedad, cada persona decide cuáles tiene…, y en todas ellas puede haber o no violencia de género. Sin embargo, en el terreno de la prevención todo se reduce erróneamente a las relaciones estables. No es un error inocuo, es absolutamente peligroso. La cuestión clave no es qué tipo de relación estableces sino con quién la estableces, como ya demuestran investigaciones científicas desde hace años, como, por ejemplo, Valls, Puigvert y Duque (2008). Y en las relaciones esporádicas el “con quién la estableces” es clave. Es necesario romper el silencio sobre las relaciones esporádicas, dejando de tildar de posiblemente violentas únicamente las relaciones estables y asociando erróneamente la libertad sexual a todas las relaciones esporádicas. Las y los adolescentes tienen derecho a saber que pueden sufrir violencia de género en las relaciones esporádicas y cómo prevenirla. Puede haber violencia tanto en relaciones esporádicas como estables y, al mismo tiempo, hay relaciones estables y esporádicas que son libres de violencia. Asimismo, dentro de la prevención de violencia de género también es necesario educar en que las víctimas nunca deben ser culpabilizadas.

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