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La revista científica médica The Lancet lanzó a finales de 2016 una serie de investigaciones sobre “Health, equity and women’s cancers” (salud, equidad, y cánceres de mujeres), en las cuales ponía el foco en el tema de los cánceres de mama y de cuello uterino, denunciando que estos tipos de cánceres reciben menos financiación, apoyo y atención pública en aquellos países de ingresos económicos bajos y medios (en sus siglas en inglés, LMICs, low-income and middle-income countries), que en países de ingresos económicos elevados (en sus siglas en inglés, HICs, high income countries) y el impacto de este hecho. Es en los países de ingresos bajos y medios donde un mayor número de mujeres se enfrentan a estos cánceres, donde tienen un peor acceso a la atención y además más probabilidades de fallecer (accede a la serie de artículos).

La investigación de Lynette Denny y sus colegas, “Interventions to close the divide for women with breast and cervical cancer between low-income and middle-income countries and high-income countries” tiene como objetivo explorar estrategias e intervenciones que han ayudado a reducir la brecha entre países de ingresos medios y bajos y países de ingresos altos para los dos tipos de cánceres, el de mama y el de cuello uterino. En primer lugar discuten las estrategias en relación con el cáncer de cuello uterino. Comentan tres de ellas: pruebas de cribado, inspección visual con ácido acético y actividades de prevención.

Respecto a las pruebas de cribado, existe evidencia que muestra cómo en países de ingresos elevados la realización de citologías ha comportado una reducción del 50%-80% de la tasa de incidencia y de mortalidad de cánceres de cuello uterino. Además, hacer estas pruebas de forma frecuente y tratar los precursores de este cáncer ha comportado una disminución en el número de casos entre las mujeres de 30-70 años, y particularmente entre las de 45-55 años.

Asimismo, alertan los y las investigadoras de este estudio que las pruebas de cribado basadas en la citología no han sido implementadas con éxito ni son factibles en la mayoría de los países de ingresos bajos y medios, ya que para ello es necesaria infraestructura (tanto técnica como humana) y, por ende, inversión. Muestran la evidencia de que gran parte del cribado citológico existente en estos países es esporádico y cubre a un número de población reducido, por lo general mujeres jóvenes en áreas urbanas que tienen acceso a un seguro de salud.

En segundo lugar, la inspección visual con ácido acético (IVAA) y pruebas del virus del papiloma humano (VPH) han sido exploradas como formas alternativas de detección de cáncer de cuello uterino en países de ingresos bajos y medios. Según apunta el estudio, en ensayos aleatorios, un enfoque de visita única con IVAA se ha asociado con reducciones en la incidencia de lesiones de alto grado y con una reducción de la mortalidad. No obstante, existe controversia sobre si este tipo de pruebas debe mantenerse o no, dado su carácter subjetivo, lo que -entre algunas cuestiones- conduce a una elevada variabilidad de los resultados en función de quién implementa la prueba, a casos que frecuentemente son falsos positivos, a una baja especificidad en el diagnóstico, al sobretratamiento o un bajo rendimiento en mujeres posmenopáusicas (p. 863 del estudio). Según comentan los autores, cabe remarcar que, en el mejor de los casos, este tipo de pruebas ofrece un enfoque provisional para establecer lo que ellos definen como una cultura e infraestructura de detección, de gran importancia sobre todo en contextos de bajos recursos, al menos hasta que se pueda implementar en ellos otro tipo de pruebas para detectar el HPV.

En tercer lugar, otra prueba mencionada son las orientadas a detectar el HPV. Este tipo de pruebas son objetivas y reproducibles, y con ellas se puede detectar el agente causal del cáncer. Según la evidencia científica existente, este método es más sensible que las citologías, consideradas menos específicas.

Finalmente, los autores y las autoras apuntan a la importancia de las estrategias de prevención, entendidas como la educación, el empoderamiento y la sensibilización, el acceso a intervenciones de salud reproductiva y a prácticas de planificación familiar, y la mejora de la situación socioeconómica en general. Este es un tipo de prevención conocida como una estrategia de vacunación social que, si se implementa en países de ingresos medios y bajos, puede llevar a la disminución de la incidencia del cáncer de cuello uterino.

Respecto al cáncer de mama, el estudio señala tres tipos de intervenciones. La primera es la detección temprana. El diagnóstico para las mujeres de países de ingresos bajos y medios llega muchas veces tarde o es inexistente, sea porque la asistencia médica se da en estadios avanzados de la enfermedad, sea porque hay un acceso muy limitado a un diagnóstico temprano o a un tratamiento. No obstante, según la evidencia existente, la detección temprana y un tratamiento adecuado es la estrategia más adecuada para el control de este tipo de cáncer.

Cuatro son las pruebas de prevención para el cáncer de cuello uterino: las mamografías, el examen clínico mamario y el autoexamen de mamas, la ecografía mamaria y la importancia de la sensibilización sobre el cáncer de mama.

Finalmente, comenta el equipo investigador algunos aspectos sobre el tratamiento del cáncer de mama. Los resultados de éste cáncer en todos los entornos se correlacionan con la proporción de cánceres detectados en una etapa temprana, y especialmente con el acceso a tiempo, asequible y de alta calidad, a la atención. El tratamiento requiere que el/la profesional indique en qué estadio de desarrollo se encuentra la enfermedad y hacer una evaluación del marcador tumoral para guiar las decisiones de tratamiento. Asimismo, a pesar de la eficacia de los nuevos tratamientos, en muchos países de ingresos bajos y medios el acceso a ellos es aún muy limitado.  

El estudio acaba con una serie de recomendaciones, entre las que remarcamos algunas. Los gobiernos necesitan reconocer la importancia de incorporar en sus agendas de salud el control del cáncer y dedicar fondos y recursos para garantizar un acceso equitativo y de calidad a los servicios de cura. Además, los profesionales del sector público de la salud deben estar formados sobre los tipos de cánceres, las oportunidades existentes en relación tanto con la prevención como con la detección temprana, para así poder identificar las señales de alerta que apunten a la existencia de este tipo de enfermedad. Otra de las recomendaciones que enfatizan los autores es la formación de agentes de salud comunitarios y de enfermeros y enfermeras en la detección de cáncer de cuello uterino a través de la inspección visual con ácido acético, intervenciones que son de bajo coste y pueden incorporarse fácilmente en los controles de salud reproductiva, de prevención del VIH y control del SIDA.

Por último, se debe trabajar para romper el mito de que el cáncer es una enfermedad incurable, empoderando a las sobrevivientes, y motivando a las mujeres tanto a acceder a los sistemas de atención como a buscar ayuda temprana durante el transcurso de la enfermedad.

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