No es fácil imaginar que, en medio de la crueldad, de la fealdad de actos tan inhumanos y cobardes como los que ocurrieron en los campos de concentración nazis, hubiera destellos de belleza, momentos de cierta paz provocados por la música clásica. Pero así fue.
Entre los prisioneros y prisioneras había músicos profesionales, de modo que los nazis formaron orquestas en los campos de concentración. Los SS utilizaban las orquestas de los campos y las canciones como recurso para la humillación, quebrar voluntades y para torturar a los presos. La orquesta tocaba también durante las ejecuciones públicas.
Ravensbrük fue un campo de concentración creado en 1939, solo para mujeres. En él, además de judías, había comunistas, alemanas que se habían opuesto a Hitler, pertenecientes a Testigos de Jehová, gitanas,… Fue uno de los campos de concentración más crueles, aunque su historia se ha silenciado.
Las supervivientes han narrado que la solidaridad entre las víctimas les permitió salir adelante; muchas diseñaban sus propios efectos personales (brazaletes, colgantes, muñecas) como recordatorio de su sentido de humanidad.
Formaron una pequeña orquesta de violinistas que daban conciertos en secreto, en los que las mujeres lograron un sentimiento de unión y de protección de la identidad personal y de la dignidad. Sin embargo, este campo de concentración fue especial porque las mujeres músicas se negaron a tocar para las SS o las llamadas necesidades del campo.
En Auschwitz había un gran número de subcampos, por lo que llegó a tener seis orquestas de prisioneros. Entre ellas, había una orquesta de mujeres, que llegó a alcanzar un nivel muy superior a las de los hombres.
La orquesta estaba dirigida por Alma Rosé Mahler, muy buena violinista, judía alemana y sobrina del compositor Gustav Mahler. En 1932 Alma había creado una orquesta femenina de muy alto nivel, que realizó diversas giras por toda Europa.
Las instrumentistas de la orquesta de Auschwitz tenían mucho talento, entre ellas había algunas muy célebres como Anita Lasker-Wallfisch (cello) y Fania Fenelon (piano y canto); eran un total de 29, por lo que Alma logró elevar a un alto nivel a la orquesta.
Otras músicas preparaban las partituras, había cantantes; otras realizaban las copias de las partichelas. El número de obras que se tocaron durante aquellos años fue considerable, habitualmente de música clásica, como Madame Buterfly (Puccini), Danubio Azul (J. Straus), Reverie (Schumann), La Quinta Sinfonía (Beethoven)…
Eran obligadas a tocar mañana y noche, ante las mujeres que marchaban a los trabajos forzados. La orquesta también tenía que dar conciertos los domingos para las SS; entre su público se encontraba Josef Mengele, gran amante de la música clásica.
Comparte esto:
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Telegram (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para imprimir (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Reddit (Se abre en una ventana nueva)
- Más