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Escribe Coral Herrera: “Las novias de La Manada no son «ellas», somos nosotras”. No es cierto. Si por nosotras se refiere a las mujeres o a las feministas, no es cierto, porque hay muchísimas mujeres y muchísimas feministas que no hemos sido nunca novias de ningún miembro de ninguna manada ni tampoco hemos escogido para tener sexo esporádico a nadie parecido a ellos. Es importante que todas esas adolescentes y jóvenes a quienes otros u otras tratan de animar o presionar para que tengan relaciones ya sea esporádicas o estables con hombres de ese tipo sepan que muchas feministas y muchas mujeres en general no lo hemos hecho nunca y no sólo por valores, sino porque nos dan asco.  

¿De qué sirve a la lucha contra la violencia de género la costumbre de lanzar como ciertas afirmaciones que no se basan en ninguna investigación científicamente avalada y no resisten la más mínima corroboración empírica?. ¿De qué sirve la costumbre de quienes hablan en nombre de las demás sin que las hayamos dado permiso para hacerlo, algo ya muy criticado por el feminismo internacional hace décadas? Coral Herrera dice que “todas hemos sido sumisas”, desde luego yo no, ni tampoco muchísimas mujeres que conozco. También dice que las que somos sumisas y tienen novios como los de la manada somos las que creemos en el amor y vivimos amores ideales con hombres igualitarios. Las investigaciones dicen lo contrario, que las chicas que eligen vivir relaciones apasionadas sin violencia, que se enamoran, que eligen para sus relaciones  (para estar un rato o toda la vida) chicos (o chicas) no violentos, igualitarios, tienen muchísimas menos posibilidades de sufrir violencia que quienes no creen en el amor.

En todo caso, si Coral Herrera quiere participar en este debate, yo pregunto lo siguiente: ¿De dónde ha sacado la conclusión de que somos las novias de la manada?, ¿de una investigación?, ¿de las mujeres que ella conoce?, ¿de una creencia suya?

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