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Las mujeres que se dedican a la música encuentran los mismos problemas que el resto de mujeres en el momento de acceder a puestos de relevancia.

Sigue habiendo más instrumentistas hombres que mujeres en las orquestas; 

esto no tendría importancia si la causa fuese que son mejores profesionales que ellas, pero la documentación al respecto no demuestra que esta sea la razón, sino que se debe más a una resistencia del poder masculino, así como a una interiorización de bajas expectativas hacia las posibilidades de las chicas en la música.

En este sentido se observa que el profesorado ve a las chicas como conservadoras en el terreno de la composición; y mantiene el supuesto subyacente de que los chicos, pese a un interés musical menor que el de las chicas, «se desenvuelven mejor», como instrumentistas. Sin embargo, cuando se han realizado pruebas para orquestas y se ha puesto un biombo para no saber si quien se presentaba era chica o chico, han pasado la prueba mayor número de mujeres que cuando se ha hecho sin él.

A ello se suma la falta de referentes. Todavía hoy, las programaciones musicales silencian sistemáticamente un repertorio femenino rico, diferente y muy nutriente.

Pese a las grandes dificultades que han tenido las mujeres para ocupar el espacio público, y aunque tradicionalmente se ha invisibilizado su aportación también en este ámbito, la mujer  ha creado desde siempre, e incluso algunas de ellas tuvieron reconocimiento y fama en su época.

Destaca una de las primeras mujeres compositoras de la que se tienen referencias: Hildegarda de Bingen (1098-1179). Hay que decir que en el monasterio del que era abadesa se interpretaba uno de los repertorios más originales de su tiempo.

En cuanto al Estado español, el primer nombre que se conoce de una compositora española es el de Gracia Baptista, autora de una breve obra para teclado sobre el himno Conditor Alme.

El enorme legado femenino se completa con el gran repertorio centroeuropeo, Clara Wieck-Schumann, cuyas obras tienen un gran mérito, fue también una pianista virtuosa.

Fanny Mendelssohn, desde pequeña se perfiló como prodigio musical, razón por la que su educación fue dirigida hacia la composición y la interpretación.

Maria Anna Walburga Ignatia Mozart, niña prodigio, componía, tocaba el piano y dio un gran número de conciertos acompañando a Wolfgang Amadeus al violín.

Cécile Chaminade, compositora precoz, con sólo 8 años interpretó alguna de sus piezas ante Georges Bizet, el autor de Carmen. Su popularidad aumentó a lo largo de su vida, desde su primer concierto que dio con 18 años.

Emiliana de Zubeldía, compositora y pianista.

Y, actualmente, son referentes compositoras como Kaija Saaricho, Unsuk Chin o Tania León.

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