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El debate sobre el bullying y los agentes que intervienen en una situación de acoso se ha posicionado como un tema relevante a nivel educativo, social y mediático, dada la relevancia de esta problemática y su mayor visibilidad en los últimos años.

Fotograma del vídeo Bystander Intervention colgado en Youtube

 En esta cuestión, aunque agresor y víctima continúan centrando la atención de las intervenciones educativas, otros agentes, como la red de apoyo a la víctima (amistades, familiares, etc.) y las personas que ejercen como espectadores de la agresión, han suscitado la atención de la investigación científica, dada la importancia de su intervención en la situación, o la ausencia de ella.

Es precisamente este último grupo el que ha sido analizado en el artículo Bystander Motivation in Bullying Incidents: To Intervene or Not to Intervene? [Motivación del espectador en incidentes de acoso escolar: ¿Intervenir o no intervenir?]. Los investigadores e investigadoras del estudio entrevistaron a treinta estudiantes de edades comprendidas entre los 9 y 15 años de una escuela de educación primaria y secundaria del sureste de Estados Unidos para analizar las motivaciones que tenían a la hora de decidir intervenir o no cuando se produce una situación de acoso escolar.

Los resultados muestran que la decisión de ayudar o no a la víctima depende fundamentalmente de cinco dimensiones: la interpretación del daño en la situación de intimidación (si consideran la acción como bullying, intervienen, si no lo consideran así, no, por estar ya familiarizados con este tipo de violencia permanecen pasivos); las reacciones emocionales (si sienten empatía con la víctima, pueden actuar, si tienen miedo a ser victimizados, no lo hacen); la evaluación social (si tienen una relación de amistad con la víctima, o ésta ocupa una posición social relevante en el grupo-clase, pueden decidir ayudarla); la evaluación moral (si consideran que el bullying es un problema grave intervendrán) y la autoeficacia de la intervención (si consideran que su acción puede cambiar la situación, tienen más probabilidades de actuar).

Teniendo en cuenta las motivaciones que pueden llevar a estos chicos y chicas a intervenir, los autores y autoras del artículo sugieren tres aspectos fundamentales en los que profundizar, tanto en la investigación científica, como en la prevención del acoso escolar en los centros educativos:  La importancia potencial de comunicar al alumnado la relevancia de que los espectadores intervengan en cualquier situación de acoso escolar; el potencial de la educación sobre cómo los espectadores pueden intervenir para aumentar la autoeficacia de los niños y niñas como defensores de aquellos que son víctimas de la intimidación; por último, inculcar en estos chicos y chicas la idea de que la intimidación es moralmente incorrecta.

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