
Han transcurrido dos siglos y medio desde que el jurista italiano Cesare Beccaria se manifestara contrario a la pena de muerte. Lo hizo en su libro Tratado de los delitos y las penas, publicado en 1764, cuando no existía discusión alguna respecto de la aplicación de la pena capital. Las sociedades mejoran gracias a mentes preclaras que, mirando más allá, dan un vuelco a sistemas establecidos que no por ello son garantes de justicia y hombría de bien. Sostenía Beccaria que la pena capital, además de demostrarse que no surtía un efecto disuasorio, constituía un atentado contra la vida humana, está que solo estaba en manos del Creador. Un alegato cristiano que fue menospreciado durante demasiadas décadas, hasta adquirir fuerza en nuestra época y en el seno de un creciente laicismo.
El camino hacia el reconocimiento de que ningún gobierno puede hacer que sea legal matar ha sido arduo, y todavía queda trecho por recorrer. (Aún en mayor medida en cuanto a la persistente aceptación de la guerra como un asesinato lícito). Regresemos, empero, al tiempo de paz, y al razonamiento de que nadie tiene derecho a quitarle la vida a otra persona, a la consideración de que ninguna ley debería permitirlo. Si los crímenes particulares resultan repugnantes, tanto más lo son los cometidos bajo la cobertura de una ley.
Por fortuna, en el reciente Informe de Amnistía Internacional consta que ya son 142 países los que han derogado la pena de muerte, cuando en el último tercio del siglo XX, concretamente según datos de 1976, no eran más que 16. En algunos aspectos la Humanidad va a mejor, aunque siempre, en cualquiera espacio, existen los díscolos y los perversos. Arabia Saudita, Irán, Irak, Pakistán, Jordania…, con China al frente, son desdichados ejemplos. En este país, aunque el número de ejecuciones constituye un secreto de Estado, se estima que suman millares cada año. Podios vergonzosos con los que comparten deshonor los Estados Unidos, donde existen 30 estados en los cuales la pena capital continúa vigente.
Un hombre bueno, Cesare Beccaria, sembró la buena semilla, está que no debería tardar tanto en fructificar por completo.
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