Que los jóvenes son la esperanza para un mundo mejor es un razonamiento que no caduca. La fuerza de la juventud abre nuevos y mejores caminos, a la espera de que los mayores con autoridad recojan sus impulsos y los conviertan en realidad. Acaba de ocurrir en Estados Unidos, donde los estudiantes están ejerciendo presión en contra de la mortífera presencia de las armas como supuesta libertad nacional. Tras la matanza en un instituto de Parkland, Florida, en millares de escuelas estadounidenses los alumnos guardaron silencio el pasado 14 de marzo durante 17 minutos, en recuerdo de las 17 víctimas mortales. Es un largo espacio de tiempo callados por parte de jóvenes repletos de energía, pero vital para exigir que la tenencia de armas que fue propia del far west periclite en el siglo XXI.
Como era de esperar, el lobby del rifle, con la fábrica Remington en bandera, ha puesto el grito en el cielo. En 2017, esta compañía ya sufrió un marcado descenso en las ventas, y ahora mira alarmada las demandas de los estudiantes. Reclaman que se prohíba la posesión de armas semiautomáticas, que se eleve a 21 años el derecho a comprar pistolas y que se controlen más eficazmente los antecedentes de los compradores. A fin de cuentas, que se emprenda la revocación de la segunda enmienda de la Constitución de los Estados Unidos. Por supuesto que Donald Trump se opone a ello abiertamente, haciendo piña con los fabricantes y anteponiendo los intereses comerciales al interés general.
Esta segunda enmienda salvaguarda el derecho de los estadounidenses a poseer y llevar, y se sobreentiende a disparar, armas de fuego. Fue redactada en 1791, hace nada menos que más de dos siglos, no dejando de sorprender que un país tan avanzado e innovador científica y culturalmente como los Estados Unidos se mantenga anclado en el pasado. Y puede seguir estándolo dado que para implementar tal reforma se requiere el soporte de los dos grandes partidos, y si bien los demócratas se muestran más proclives, se halla lejos de existir el indispensable consenso.
Entretanto, seguirán produciéndose crímenes en escuelas, supermercados y cualquier otro lugar de la mano de locos o villanos con derecho a tener y usar armas de fuego. Los jóvenes, sin embargo, continúan siendo la esperanza, y más pronto que tarde empujarán la reforma echando a un lado a los que anteponen la codicia a la sensatez.
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