El último año ha sido, sin lugar a dudas, el año del feminismo. Diferentes movimientos se han ido gestando y han crecido exponencialmente gracias a la solidaridad entre mujeres y niñas de todo el mundo. Los movimientos con mayor repercusión durante los pasados meses han sido aquellos que rompían el silencio en las distintas áreas de trabajo y vida denunciando casos de acoso sexual. Se han posicionado públicamente en contra o bien han exigido nuevos protocolos para evitar futuras situaciones. Son ejemplos de ello el mundo del cine, del teatro y la televisión, la academia y las universidades, la Iglesia o también el mundo tecnológico. Hoy nos hacemos eco de un movimiento más. De hecho, el primer movimiento constituido como asociación específicamente para la lucha contra el acoso sexual en el mundo de la cultura: La Caja de Pandora.
La Caja de Pandora fue presentada públicamente el pasado 29 de enero en Madrid. Un acto impulsado por el ánimo, la esperanza y el sueño de más de 3.000 mujeres por un mundo del arte y la cultura libres de acosos sexuales. La lectura del manifiesto ante los medios se llevó a cabo a las puertas de dos de los museos más representativos de la cultura europea: el Museo Reina Sofía, Madrid, y el Tate Modern, Londres. Pero este movimiento ya tenía un recorrido anterior. El pasado mes de julio, numerosas mujeres apoyaron a la artista Carme Tomé, quien denunció por primera vez públicamente el acoso sexual sufrido de parte de Javier Duero.
Actualmente, la Caja de Pandora sigue recogiendo de manera íntima los distintos testimonios de acoso sexual sufrido por artistas de todo el estado, diferenciándose así del movimiento #MeToo nacido en Hollywood, que recoge las denuncias cuando son públicas en redes sociales. Pero de igual forma que el #MeToo, la solidaridad es el eje de esta asociación. Todas las agredidas reciben de manera clara y contundente el mismo mensaje: #yosítecreo. Así lo han hecho saber de manera pública numerosas artistas que han dado su apoyo a la asociación, sumándose a la red que entre todas tejen para clamar que las agredidas no están solas y que, de manera urgente, tanto los hombres artistas -líderes en el mundo cultural- como el sistema en sí deben cambiar radicalmente para garantizar la seguridad y la libertad de todas.
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