Agnès Gruart Masso es catedrática de Fisiología de la Universidad Pablo de Olavide, la primera catedrática en el área de Ciencias Experimentales de esta institución. Es la actual presidenta de la Sociedad Española de Neurociencia (SENC). La revista Science seleccionó un trabajo de su grupo como uno de los 10 hallazgos científicos más relevantes del año 2006. Agnès Gruart contribuyó a la creación de la Asociación de Mujeres Científicas y Tecnólogas (AMIT) y ha sido la representante española en el European Medical Research Council y en la European Science Foundation, así como miembro del Comité Ejecutivo de este grupo. Es también miembro de la DANA Foundation.
Como presidenta de la SENC, ¿cuáles son tus principales propósitos para esta sociedad científica y para la neurociencia española?
Mi principal anhelo es que la Sociedad Española de Neurociencia sea plural y que la Junta Directiva trabaje para todos los socios, con independencia de su ubicación geográfica y del tipo de experimentación que desarrollen. Para ello, una de las primeras cosas que hemos hecho es crear una nueva página web que contiene más información y que es interactiva. De esta manera, se puede utilizar como plataforma para desarrollar nuevos proyectos. Otra forma de apoyar a los socios es financiando las actividades que organizan y concediendo ayudas de viaje para asistir a congresos de neurociencia a los investigadores más jóvenes. Para poder ejercer adecuadamente estas acciones, necesitamos aumentar la financiación, por lo que también hemos iniciado una campaña para incorporar más miembros de la comunidad científica interesados en el estudio del cerebro, en su acepción más amplia. Este sería mi reto final, más socios y más comprometidos.
En el marco de la SENC, existe un Comité de Mujeres en Neurociencia, con un papel muy activo que se ha visto reflejado recientemente en la organización de actividades en toda España para celebrar el día internacional de la mujer y la niña en la ciencia. ¿Por qué son relevantes comités en cuestiones de género dentro de las asociaciones científicas?
Este Comité, que está formado por hombres y mujeres, se creó en la legislatura anterior y me parece clave que existan grupos de trabajo velando porque se ponga solución a la brecha de género en todas las asociaciones; de hecho, así está empezando a ocurrir, al menos en las de neurociencia. Hay medidas que son muy difíciles llevar a cabo individualmente y, en muchos casos, incluso es difícil que se perciba la dimensión del problema. Desde el Comité de Mujeres en Neurociencia se da visibilidad a las socias, mostrando su trabajo y su individualidad, igual que podríamos ver en los socios, a la par que nos cuentan su experiencia. Además, recogemos e impulsamos iniciativas, como las recientes Jornadas de Neurocientíficas, durante las cuales casi 150 neurocientíficas estuvieron impartiendo charlas sobre su trabajo de laboratorio en diversas universidades e institutos de investigación de nuestro país. Para mí, esta es una de las mejores estrategias, realizar actividades con un enfoque positivo. Vamos a denunciar los abusos y las malas praxis, pero, sobre todo, vamos a facilitar que se pueda trabajar en igualdad de condiciones y se muestre qué están haciendo las mujeres en neurociencia. También, me gustaría añadir que el Twitter del Comité de Mujeres en Neurociencia es uno de los más activos de la Sociedad y es seguido tanto por hombres como por mujeres.
Sabemos que la cuestión de mujer te preocupa y te apasiona. ¿Cuáles son los principales retos que tiene la ciencia española en cuestiones de género y cuáles son tus sueños en ese sentido?
Tenemos los mismos retos que cualquier país con el mismo nivel de desarrollo: está demostrado que en los países que la ciencia está más valorada (y, sobre todo, financiada), hay menos mujeres en posiciones relevantes. En España, en consecuencia, tenemos más mujeres que otros países más potentes en nivel científico, pero no es suficiente. Yo creo que habrá que hacer un esfuerzo en todos los ámbitos, pero pienso que la mayor atención hay que ponerla en el colegio y en la familia, a edades tempranas. Al igual que ocurre con la educación ambiental o los hábitos saludables, cuando cualquier condicionante social se introduce en la edad adulta es muy difícil de adoptar y aceptar. Una niña tiene que sentir que puede escoger su proyecto de vida en igualdad de condiciones que su compañero y que los niños compartan esta misma sensación de capacidad. Ahora mismo, a una edad muy temprana, las niñas creen que no pueden conseguir lo mismo que los niños. Este cambio es muy difícil porque una sociedad no cambia de la noche a la mañana, pero ya hay una parte de la sociedad que ha entendido. Creo que las científicas tenemos que acercarnos a las colegios e institutos y enseñarles lo que hacemos y cómo lo hacemos para que sientan que puede ser su profesión. En relación con la carrera científica, habría que implementar todos los mecanismos posibles para garantizar que todos los investigadores (hombres y mujeres) tienen asegurado el principio de igualdad de oportunidades. Algunas acciones han sido positivas, pero el efecto emerge lentamente.
Por último, ¿cuáles crees que serán las principales aportaciones de la neurociencia mundial en los próximos años para la mejora de la vida de las personas?
Por una parte, veo numerosas aportaciones técnicas, de la mano de la bioingeniería y de la biofísica, que son muy interesantes para recuperar capacidades perdidas (movilidad, visión, etc.). En este sentido, no es solo el desarrollo de dispositivos externos, sino también la posibilidad de que el cerebro interactúe con los mismos. Esta es una importante misión de la neurociencia. También observo avances relevantes en el campo de la prevención de algunas enfermedades (como las neurodegenerativas), puesto que hemos ido tomando conciencia de la dificultad de paliar algunas dolencias cuando afectan a la mayor parte del cerebro. La disponibilidad de marcadores previos a un estado cerebral irreversible va a ser clave en los próximos años. Una tarea de los científicos es continuar haciendo la mejor investigación posible puesto que algunos de los que hoy creemos pequeños avances pueden ser la clave para responder a preguntas en un futuro. Por esto, es muy importante que haya una apuesta por la ciencia en general, porque ya se ha demostrado que a priori es muy difícil adivinar cuál va a ser la vía más exitosa desde el punto de vista de aplicación a la sociedad y en cambio hay que apostar por varias aproximaciones. En el caso de la neurociencia, un mejor conocimiento de cómo trabaja nuestro cerebro y cómo se produce el comportamiento y la actividad cognitiva puede incidir en varios campos, como la educación, la clínica o ámbitos relacionados con el incremento de la calidad de vida.
Doble Doctorado en Psicología y Currículum por la Universidad de Wisconsin-Madison
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