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Científicas y científicos españoles han desarrollado un prototipo de bioimpresora 3D con la capacidad de fabricar piel humana totalmente funcional. Esta piel es apta para ser usada en la investigación, testeo de productos cosméticos y farmacéuticos y, en un futuro, ser trasplantada a pacientes.

Los resultados de la pionera investigación fueron publicados en la revista Biofabrication a finales del año 2016. No ha sido hasta pasado más de un año que se ha lanzado el primer prototipo de la bioimpresora, desarrollada por investigadores e investigadoras de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), por el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), el Hospital General Universitario Gregorio Marañón y la empresa BioDan Group, que será la encargada de comercializar el producto.

La bioimpresora, en lugar de utilizar tintas de colores como las impresoras convencionales, dispone de jeringas con distintos componentes biológicos, las “biotintas”. Según el investigador principal del proyecto, el Dr. José Luis Jorcano, la clave del éxito está en el diseño de estas biotintas, basadas en componentes biológicos: queratinocitos y fibroblastos (los dos tipos celulares fundamentales en la piel), factores de crecimiento, sustancias de ‘andamiaje’ para el correcto desarrollo de la piel, etc. Considerado la complejidad de estas biotintas como materiales de impresión, es importante tener en cuenta que la mezcla de los componentes, las condiciones en las que se trabaja (con el fin de evitar el deterioro de las células), así como la deposición de las biotintas son una parte crítica del sistema. La deposición de estas biotintas,  patentadas por el CIEMAT y bajo licencia de la empresa BioDan Group, está controlada por ordenador y se realiza de manera ordenada en una placa para ir produciendo la piel.

De esta forma, la piel humana es el primer órgano vivo creado por bioimpresión, replicando su estructura natural, la cual consiste en la epidermis con su estrato córneo (la capa externa) junto a la capa más interna y profunda, la dermis. Estos tejidos se pueden emplear para el testeo de productos farmacéuticos así como cosméticos y químicos de gran consumo, donde la regulación actual exige el testeo sin animales.

Actualmente, este desarrollo se encuentra en fase de aprobación por diferentes entidades reguladoras europeas para garantizar que la piel producida sea apta para su utilización en trasplantes a pacientes con quemaduras y otros problemas en la piel. En un futuro, deseemos que no muy lejano, se espera que esta misma técnica se pueda emplear para la bioimpresión de otro tipos de tejidos más complejos, como vasos sanguíneos o válvulas cardíacas.

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