En este debate nos encontramos con dos miradas diferentes ante la trasgresión. Itziar Kerexeta plantea la necesidad de la trasgresión. María Puente plantea que en realidad quienes transgreden son quienes no cumplen las leyes a favor de la igualdad.
Itziar Kerexeta
La necesidad de transgredir en la lucha feminista
SÍ. Considero necesario transgredir. Y ahora es cuando pongo la definición del término “transgredir”: Actuar en contra de una ley, norma, pacto o costumbre. No he elegido una definición que me lo pusiera fácil, elijo “en contra de una ley” mira que la palabra nos ayuda o dificulta y yo elijo en contra de la ley… no me gusta el camino fácil. Sigo pensando en dar forma a mi opinión en esta esquina pública que me han prestado (gracias!) y sí, creo que sin transgresión no podemos avanzar en pro de la igualdad, no estaríamos donde estamos. Una evidencia de calado que me viene a la cabeza es la de las sufragistas londinenses, gracias a las cuáles hace 100 años consiguieron el voto muchas mujeres en el mundo. Las razones fueron una “tristura” (habían muerto tantos hombres en la guerra que les hacía falta masa crítica y a falta de hombres pues bueno, nos conformamos). Pero el camino no fue fácil. Entre otras cosas varias sufragistas pusieron dos bombas a un cargo público por lo que cumplieron condenas de cárcel. Me imagino la reacción en su entorno. Sin duda disgustó profundamente a muchos. Pero sirvió de avance para muchas más. La transgresión, como la vida misma, está compuesta de una escala de blancos pasando por grises hasta los negros, y si bien el concepto ley cumplir-no cumplir no debe ser discutible (al fin y al cabo es el gran pacto social) hay ocasiones en que o nos saltamos la ley o no avanzamos. Recuerdo cuando juzgaron a mi pareja por insumisión al servicio militar. Culpable. Inhabilitación a cargo público. Su condena no se cumplió pero es que al fin y al cabo son las personas las que aplican las leyes y de verdad en ese momento la sociedad ya no sostenía esos preceptos. Las normas deben cambiar y los procedimientos son lentos, van por detrás. El imaginario colectivo hoy es cada día más feminista, la norma social (legislación vigente) no tanto. Transgredir durante muchos años ha sido denunciar/acusar públicamente a tu pareja ante malos tratos. Porque la norma privada del pacto de perdón de una pareja prevalecía sobre la ley que ampara a la mujer que ha sido violada, vejada. ¡Esta realidad también evoluciona, menos mal! Agradezco el ejemplo y valentía de las pioneras transgresoras que se arriesgan para dejar huella y generar cambios. ¡Gracias a vosotras aquí estamos!
María Puente
Cuando descubres que no eres transgresora sino justa
Durante el primer año de existencia del blog Doce Miradas, al que pertenezco, llevamos a cabo una acción de denuncia que mucha gente consideró transgresora. El objeto de nuestro descontento fue un evento científico con 44 ponentes hombres y tan solo 2 mujeres. Como protesta tuiteamos sin cesar comentarios críticos bajo el hashtag del evento. Sin proferir insultos, utilizamos la ironía y la parodia para que la protesta tuviera el mayor eco posible. Nuestra acción puso en evidencia a la organización del evento y a las instituciones públicas que lo financiaban, a las que mencionábamos expresamente en nuestros tuits. Los organizadores se enfadaron muchísimo y nos dedicaron algún que otro insulto. Algunos nos tacharon de spam. ¿Fue una acción transgresora? En mi opinión no. Fue valiente, osada… pero, sobre todo, justa.
Sin embargo, sí que hubo una transgresión, aunque no por nuestra parte. ¿De quién? En primer lugar, de los organizadores, cuyo planteamiento de 44 hombres y 2 mujeres era claramente provocador. ¿No es la provocación una de las características de la transgresión? En segundo lugar, de las instituciones públicas que lo financiaban y que deberían cumplir la ley de Igualdad. ¿No es el quebrantamiento de una ley la definición de transgresión? Creo, por tanto, que lo que hicimos en Doce Miradas fue reaccionar a una transgresión previa de la ley de Igualdad. Intentábamos revertir una injusticia. Y quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón.
Cuento este caso porque me parece que ilustra muy bien lo que pienso sobre la transgresión y el feminismo. Y es que en la mayoría de las sociedades desarrolladas existen leyes de igualdad que hacen innecesaria la transgresión por parte del feminismo. Es verdad que con frecuencia no se cumplen. Pero si denunciamos su incumplimiento, no estamos transgrediendo nada. Según la Real Academia de la Lengua, transgredir es quebrantar, violar un precepto, ley o estatuto. También la constitución dice que no debe prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo… Por tanto, la transgresión proviene del comportamiento machista y patriarcal.
Incomodar sí. Es inevitable si se quiere lograr algo. Se lo escuché el otro día a la actriz y activista feminista, Leticia Dolera, y estoy de acuerdo. Ella lo practicó con entusiasmo en la pasada gala de los Goya cuando dijo “os está quedando una gala muy buena, un campo de nabos feminista precioso”. A veces conviene soltar alguna procacidad para colarse con más fuerza en las conciencias, como Penélope Cruz y su “que le jodan a Cenicienta”. En otras ocasiones, cierta dosis de gamberrismo puede resultar sumamente eficaz. Es el caso del Deforme Semanal de Isa Calderón y Lucía Lijtmaer, dos mujeres que se ríen hasta de su sombra. Y la risa es muy poderosa contra el machismo. Yo diría que es su criptonita. Jajaja.
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