El pasado año el Parlamento Valenciano se llenaba de diversidad para dar paso a la aprobación de la Ley integral del reconocimiento del derecho a la identidad y a la expresión de género en Valencia. La aprobación de esta norma mejora la vida de las personas trans, posibilitando que tengan vidas dignas y puedan, como reconoce el primer artículo de la ley, “tener derecho a la autodeterminación del género en el que se sienten”. Atras quedarán situaciones vividas por tantas compañeras trans que han sufrido situaciones de violencia cotidiana en muchos ámbitos de su vida.
Son muchas las situaciones de discriminación y exclusión tanto en el ámbito de la salud como en los centros educativos. En los colegios e institutos, muchas jóvenes han tenido problemas de salud por no poder ir al baño durante toda su etapa educativa, no han sido nombradas con su nombre elegido, ni han podido vestirse con la ropa con la que se sentían cómodas. A estas situaciones se suman agresiones constantes con impunidad y sin intervención del profesorado, un profesorado en muchas ocasiones con poca formación en género y diversidad o sin acceso a ella.
Con una administración proclive a poner la vida de la gente en el centro, las personas trans gozan de mayores derechos: una atención médica y social integral que se basará en la libre manifestación de su identidad de género sin necesidad de un informe psicológico externo que lo determine, una tarjeta sanitaria que los identificará con su “nombre elegido”, un protocolo educativo de atención a la identidad de género que posibilitará que las personas trans sean tratadas de acuerdo a su identidad, pudiendo elegir desde el nombre hasta el baño y el uniforme. Se otorga una especial importancia a la formación del profesorado y a la inclusión de la diversidad de género en los currículos educativos porque, la educación es clave para tener nuevas generaciones que vivan la diversidad como una riqueza.
Siendo consciente de las dificultades para el estudio de la realidad de las personas trans por la escasez de estudios e investigaciones sobre las situaciones de discriminación que han sufrido, considero que con esta ley se ha iniciado un camino para impulsar las políticas en la diversidad y eliminar transfobia de la administración valenciana y para reconocer un derecho por el que incluso muchas murieron. Pero sabemos que no es suficiente. No podemos olvidar que hace poco que empieza a superarse el debate sobre nuestras compañeras trans, consideradas enfermas por los catálogos de enfermedades de la OMS. No olvidemos que las leyes son un avance, pero no cambian de golpe la conciencia de la gente ni generan por sí mismas la transformación social. Por ello, debemos seguir exigiendo la despatologización de la transexualidad y seguir trabajando desde lo cotidiano por desmantelar la violencia del sistema heterocispatriarcal que no posibilita la sostenibilidad de todas las vidas.
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