Hoy se estrena la última película de la trilogía de las 50 Sombras de Grey, el conocido best seller sobre el que se han escrito numerosos artículos de opinión desde distintas perspectivas, incluidas las feministas cuya mirada ha sido especialmente crítica. La presencia de estas publicaciones y películas ha trascendido el espacio del debate público y entrado en el de las Ciencias Sociales. Dicho de otra manera, en su dimensión de fenómeno social y en tanto en cuanto presenta un modelo de relación heterosexual que vincula deseo, atractivo y violencia se ha convertido en objeto de conocimiento científico.
Uno de estos trabajos puede encontrarse en la revista Journal of women´s health y se titula “Double Crap!” Abuse and harmed identity in Fifty Shades of Grey . Se trata de una investigación que utiliza una interesante metodología, diseñada para verificar la validez de sus resultados, cuyo punto de partida lo constituyen definiciones profesionales sobre el abuso emocional y el sexual -identificando las conductas que estarían incluidas en ellos- y que, haciendo uso de categorías provenientes de la literatura científica para caracterizar el daño vivido por las mujeres maltratadas, analiza las interacciones entre los dos protagonistas.
Los resultados no dejan lugar a la duda: casi todas las interacciones implican abuso emocional y la violencia sexual es permanente. Christian Grey acecha a Anastasia y usa la intimidación y el aislamiento como mecanismos de control. No duda en recurrir al alcohol para obtener su consentimiento, ignora su solicitud de límites y la amenaza. En cuanto a la protagonista, presenta todos los rasgos propios de las mujeres maltratadas: la constante percepción de la amenaza, la alteración de la identidad (se describe como un “fantasma pálido, embrujado”) o la pérdida de poder que la atrapa en una relación en la que sus comportamientos se vuelven mecánicos como respuesta al abuso de Christian.
La relevancia de este trabajo de investigación, desde el punto de vista de la prevención de la violencia de género, o más exactamente, desde el punto de vista de una socialización preventiva de la misma, se sitúa en la necesidad de identificar el tipo de interacciones sociales que socializan en ella en la medida en que la normalizan convirtiendo en atractivas y deseables relaciones de humillación y abuso. Las investigaciones sugieren que las personas alteran regularmente sus actitudes y sus creencias sobre el mundo real como respuesta a la ficción, series, películas, novelas, etc, que forman parte de la cultura popular actual, es por ello que se va construyendo un creciente corpus de literatura científica que acumula evidencias sobre el papel que una parte de esta producción cultural de masas desempeña en vincular deseo y violencia.
La preocupación del feminismo y la academia por productos como 50 sombras de Grey nada tiene que ver con una actitud pacata hacia el sexo, sino con una posición de tolerancia 0 hacia el sexo sin consentimiento, “obtenido” con engaños, chantajes o amenazas. Sería conveniente que en esta búsqueda de modelos e interacciones socializadores en violencia fuéramos además identificando también otros que socialicen en igualdad, respeto y deseo. Va siendo hora de que por fin desmontemos todo el entramado cultural patriarcal que construye a este último, al deseo, en torno al malo, el violento o el chulo. Empecemos por denunciarlo, trabajos como el que protagonizan estas líneas contribuyen a ello.
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