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Foto de Amnistía Internacional

El pasado mes de enero ha resultado especialmente trágico en Afganistán. Se han producido una sucesión de atentados suicidas que han desembocado en escalofriantes cifras de víctimas, desde el centenar de muertos y más de 150 heridos habidos en Kabul el día 27 hasta el inconcebible ataque a la ONG Save the Children, en Jalalabad, el anterior día 24. Merece ser calificado de inconcebible no porque algún acto terrorista pueda ser concebible sino porque el hecho de concernir a una organización de ayuda humanitaria lo convierte en doblemente incomprensible para cualquier mente sana.

En octubre de 2001, la OTAN, bajo el liderazgo de Estados Unidos, invadió Afganistán con el objetivo de expulsar a los talibanes, en el poder desde 1996, y de capturar al yihadista Osama bin Laden. En lo segundo fracasó, pero en teoría logró lo primero. Tan solo teóricamente. Hamid Karzai fue nombrado presidente de la nueva república islámica en diciembre, ha habido periódicas elecciones parlamentarias, y sin embargo, la propaganda transmitida al mundo entero aquel 2001 ha acabado en flagrante fraude.

En las vertientes económica y social se comprueba, por un lado, que el cultivo de opio lejos de ser erradicado se ha acrecentado, y por otro, que la situación de las mujeres es semejante a la que padecían bajo los talibanes. En este aspecto, cabe rememorar las imágenes divulgadas por televisión aquel año 2001, en las cuales se veía a mujeres afganas desprendiéndose del burka, el chador o el hiyab, maquillándose, pintándose los labios y las uñas, en una palabra, liberadas gracias a los invasores. Pura farsa, como ha quedado demostrado.                       

Al igual que se demuestra, día tras día, que extensas zonas del país se hallan bajo el dominio de los talibanes, y debiéndose añadir, para más inri, que actualmente el Estado Islámico está compitiendo con ellos en realizar atentados.

Si alguien bien intencionado aún alberga dudas sobre las consecuencias de todas las guerras y aún se atreve a considerar que algunas son justas, es posible que los frutos obtenidos con la invasión de Afganistán le conduzcan a abrir los ojos.

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