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Todos los humanos, a lo largo de nuestra vida, hemos experimentado inevitablemente alguna situación de estrés y es que, del mismo modo que una moneda tiene dos caras, podemos decir que el estrés agudo también presenta una naturaleza dual. Por una parte, tiene una función protectora y adaptativa con el fin de facilitar la supervivencia en cualquier ambiente; por otra parte, el estrés agudo puede suprimir funciones cognitivas y, a largo plazo, conllevar un efecto negativo para la salud humana.

A nivel biológico, una situación de estrés en los humanos se puede asociar a dos principales señales: la liberación de cortisol, una hormona una de cuyas funciones principales es aumentar el nivel de azúcar en sangre, y es justo por este motivo que cuando estamos en situación de estrés nos sentimos activos y enérgicos. La segunda señal clara es la aceleración del ritmo cardíaco, nuestras pulsaciones se disparan.

Aunque pueda parecer que estas señales son universales para todos los humanos, la realidad es que la respuesta al estrés varía entre personas. En la actualidad ya son varios estudios los que sugieren que la respuesta ante un estrés agudo puede variar en función del sexo, la personalidad, la predisposición genética y la mentalidad.

En el estudio The relationship between personality and the response to acute psychological stress [La relación entre la personalidad y la respuesta al estrés psicológico agudo], presentado en la revista Nature el pasado mes de noviembre, se examinó la relación entre los rasgos de personalidad y la respuesta a un estrés agudo. El equipo de investigación comparó la respuesta al estrés de 54 personas, previamente clasificadas por sus rasgos de personalidad. Las personas con una personalidad caracterizada por la inestabilidad e inseguridad emocional mostraban respuestas de estrés subjetivo más intensas, es decir, una menor sensación de control. Curiosamente, aunque la sensación percibida fuera de estrés, a nivel fisiológico la respuesta del cortisol y la aceleración del ritmo cardíaco no era tan alta como en otros rasgos de personalidad.

El caso contrario fue de las personas con rasgos de personalidad caracterizados por ser abiertas, originales e imaginativas. En situaciones de estrés la respuesta del cortisol aumentaba considerablemente del mismo modo que las pulsaciones, aunque la sensación subjetiva en este caso fuera menor.

De acuerdo con los previos artículos publicados, podemos confirmar que la respuesta al estrés depende de muchos factores, y además no es universal ni igualitaria para todas las personas. En este artículo se demuestra cómo la personalidad de cada persona, hasta ahora poco investigada, juega un papel crucial en la percepción y la respuesta fisiológica al estrés.

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