Marina Costa y Kontxi Rodriguez son dos mujeres trabajadoras de residencias en Euskadi, implicadas en el movimiento de mejoras laborales de las trabajadoras en residencias. Su lucha, como explican, no solo se centra en la mejora de las condiciones laborales, sino también en un cambio de modelo social de las residencias para incrementar la calidad de vida de todos los residentes. Este colectivo estuvo en huelga 370 días hasta conseguir la mayoría de sus reivindicaciones laborales. Hoy las entrevistamos para conocer más de cerca su movimiento.
Cómo surgió la huelga de las trabajadoras de residencias?
Marina: Hemos llevado 370 días. Somos un colectivo de cinco mil mujeres que atendemos a 10.000 residentes. Es una lucha de dos años de reivindicaciones y 370 días de huelga. Empezamos ninguneadas porque la prensa nos silenciaba, no querían saber nada, nos querían arrinconar de alguna forma.
Empezamos en redes sociales compartiendo todo lo que hacíamos, al final los medios de comunicación empezaron a llamarnos, a entrevistarnos, a cubrir nuestras manifestaciones y empezamos a hacernos visibles. Nuestras camisetas eran conocidas en todas partes y tenemos que decir que en principio, como éramos mujeres, recibíamos pues los comentarios típicos: “pues bueno déjalas que están un poquito locas”, “que estas se creen que van a conseguir algo”. Pues bueno, ahí el Gobierno Vasco, conseguimos hacer los servicios mínimos de 50 y 60%. Cuando ya vieron que esto iba in crescendo, los servicios mínimos nos lo pusieron al 90%, con lo cual nuestro derecho a huelga fue totalmente quebrantado, pero eso no nos aminoró, si no queréis una taza pues os vamos a dar 27 tazas, porque vamos a hacer todo lo posible para que todavía se nos vea mucho más. Y ahí hemos estado, por tierra, por mar, nos ha faltado el aire, hemos ido en piragua, hemos ido en velero, hemos ido en barco, hemos ido por marchas en toda Bizcaia andando, hemos ocupado la Gran Vía bilbaína, hemos empapelado todo Euskadi, hemos hecho absolutamente de todo.
Como organización habéis organizado una caja de resistencia solidaria, ¿nos podrías explicar un poco más en qué consistía?
Marina: El modelo sindical tiene que cambiar, no puede ser un modelo sindical de que “yo me siento ahora en la mesa y digo y tal y tal y quedamos como amigos y todo solucionado”. El modelo sindical tiene que ser de confrontación como he dicho antes. Cuando los partidos están de elecciones, todo son promesas, pero nos damos cuenta de que en el camino las promesas se han perdido. Tenemos que estar ahí para recordarles que tenemos unos derechos y que esos derechos se tienen que cumplir, para tocarles la campanilla. Políticamente tiene que ser independiente, “si tú aciertas aciertas tengas el color que tengas” y “si te equivocas, te lo vamos a recordar”. Por otro lado, la caja de resistencia es una caja solidaria, aportamos nuestro dinero al mes, no dependemos de subvenciones, por lo tanto no te tienes que vender a nadie, porque a veces el que te paga te exige. Nos surtimos de la caja de resistencia, en la cual ya el 25% va a una caja para todas las huelgas que puedan venir, generalmente siempre estamos en huelga un sector u otro sector. Y por lo menos te llevas tus alubias a casa porque si no, sería impensable aguantar 370 días de huelga sin pan ni alubias que llevarse a la boca, es importantísimo. Creo que todos los sindicatos tendrían que tomar como modelo nuestro modelo de sindicalismo de confrontación y con cajas de resistencia.
¿En vuestro colectivo también hay mujeres muy diversas, cómo lleváis esa diversidad?
Marina: Pues muy bien y ningún problema. Aquí, cuando llega gente de otros países, llegan con los mismos derechos y los mismos deberes. A una chica de Colombia le dije: “Llegas aquí con mis derechos con mis deberes, tú no vienes aquí a ser criada de nadie sino a cobrar por el trabajo que haces como todas”. Y me dijo: “Tienes razón”. No pueden abusar de ti, tú vienes de fuera y tienes que tener los mismos derechos que nosotras.
Kontxi: Pero eso no solo pasa con las personas inmigrantes, también pasa con las propias personas de aquí, que igual es gente joven, gente que necesita dinero. Aprovecha el empresario para hacer este tipo de sometimientos. Eso también es así y es la realidad, por eso es verdad que hay una diversidad de perfiles, de edades, culturas y de situaciones, es muy diversa. Nosotras lo que hacemos es que somos muchísimas mujeres pero con esta lucha nos hemos hecho una piña. Como decía Marina, nos hemos contagiado, el entusiasmo se contagia, y nosotras vamos a todas las movilizaciones que hemos realizado, hemos estado muy muy unidas entre nosotras para conseguir resistir y generar ese vínculo, porque al final es un vínculo el que estás generando y lo hemos creado muy fuerte entre todas nosotras. Y eso es lo que ha dado la energía y la fuerza para resistir con tanta gente haciendo la huelga viniendo a las movilizaciones.
¿Qué habéis conseguido hasta ahora?
Marina: Hemos conseguido las bajas por accidente laboral 100%, hemos conseguido una subida hasta el 2020 de 120 € y hemos conseguido las 35 horas semanales, hemos mejorado el plus de domingo. Lo único que nos falta por conseguir, que ahí estamos con la Asociación de familiares Babestu que se fundó a raíz de comenzar nuestras movilizaciones, es la ratio, las personas que tiene que haber por tanto el número de residentes que, como sabes, todas las empresas están por encima de la ratio porque en la ratio se incluye al médico, al director, al supervisor, a las trabajadoras de limpieza, las recepcionistas, al jardinero y a todos, y ese no es real. Porque las que estamos continuamente en contacto con residentes somos nosotras. Eso tiene que cambiar, es un punto que nos falta, el punto social. Hemos conseguido lo laboral, ahora pero nos falta la parte social. Estamos esperando que salgan las concertaciones de la Diputación, a ver las ratios, que han dicho que iban a aumentar, pero como son unos números tan raros los que hacen, nosotros queremos ver cabezas, cuántas cabezas más tenemos en la planta trabajando. Cuando veamos eso, pues sabremos qué determinaciones tendremos que tomar, porque eso tiene que cambiar, porque la dignidad de los residentes está por encima de todo.
Kontxi: Eso, nuestra lucha no ha sido solo laboral sino también es social, importante para cambiar el modelo social, pues hemos tenido que cambiar. Todo este tiempo de huelga los políticos nos han puesto zancadillas continuamente porque sabían que no solo era una lucha laboral, porque también es una lucha de modelo social, que queremos cambiar ese modelo y por eso ha habido tanta resistencia.
¿Para vosotras lo ideal que sería?
Marina: No hay un número ideal, lo que se necesita es un tiempo, lo que no es de recibo es que estemos cronometradas y te digan “tanto tiempo para este y tanto tiempo para este otro”, y que venga el jefe te diga que no has terminado. ¡Vamos a ver, hombre!, que esto no es ni una carrera de coches ni es una fábrica de tornillos, estamos trabajando con personas, personas que se han dejado la piel en el camino y ahora se ven recluidas en centros bajo el régimen militar: hasta ahora esto, hasta otra, ahora esto. Vamos a ser serios.
¿Es decir, cuando queréis decir modelo social, es un cambio de cómo se actúa en estos centros?
Kontxi: Efectivamente, tenemos que ser conscientes que el perfil del residente que está viniendo a las residencias hace ya unos años no es el mismo que hace veinte años. El perfil del residente está yendo a peor, es decir, el grado de dependencia es mayor, por tanto la ayuda debe ser mayor. Teniendo esto de base, lo que no se puede decir a una auxiliar es que tiene que levantar en una hora a 15 residentes, 15 residentes que no se pueden valer la mayoría por sí mismos. No es una cosa de supervisión y ya está, sino que hay que darle todo el cuidado que requiere, de ahí el tema de las ratios y de la atención directa, es decir, las personas que están atendiendo directamente a ese residente. Y por eso ahí hablamos sobre todo de gerocultoras, se necesitan más manos para atender a los residentes dignamente. En este caso, y es lo que hay que hacer, pero cada centro es diferente, porque cada centro tiene un número determinado tanto de trabajadores como de residentes, con diferentes grados de perfil, de grado 1, grado 2… No es lo mismo un dependiente que tenga un grado 1 a que tenga un grado 3.
Marina: Generalmente, realmente mezclan a las personas de segunda planta y esa es la trampa. Si yo tengo mezclado, no tengo que hacer una planta específica para determinadas patologías. Ahora nos está viniendo gente superjoven, tetraplejias por accidentes, por problemas vasculares, que han tenido un problema cerebral, esclerosis múltiple, gente que tiene esquizofrenia, psicopatologías,… Es una mezcla todo, que no os podéis ni imaginar.
Kontxi: Con lo que lleva eso de sobrecarga de trabajo no solo físicamente sino también psicológicamente, y nos produce mucha impotencia el hecho de que no se les pueda atender en condiciones dignas por falta de recursos .
¿Cual es vuestro sueño de futuro para seguir mejorando todo este sector?
Marina: Los próximos sueños son, por supuesto, poder conciliar vida laboral y familiar. Nuestros sueños son ir a trabajar relajadas, cuando salgas de trabajar no tener que seguir pensando con el trabajo, tener tiempo para tener también nuestra vida. Nuestros horarios de trabajo son tan comprimidos que cuando salimos de trabajar salimos tan cansadas… También tenemos derecho a otras cosas, nuestros sueños, ese poder conciliar, y para mí es importantísimo y para el conjunto de trabajadoras también, que nos encanta nuestro trabajo, es poder dedicar tiempo a esas personas que lo han dado todo, poder hablar con ellas porque a veces vamos por los pasillos como muertos vivientes, los pobres te echan las manos y les tienes que decir: sí, sí, ahora mismo voy, ahora vengo. Mentira, porque no puedes prestarle la atención. A veces es mejor una palabra de cariño que todo el cuidado que puedas darles.
Kontxi: Nuestro sueño sería equiparnos a esas residencias que están concertadas con Diputación, tienen que son del IFAS [Instituto Foral de Asistencia Social] y que ahí sí que tienen todas esas condiciones buenas de servicio que se le da a los residentes. ¿Por qué a esas residencias sí y a las nuestras no? El sueño sería equipararnos a las condiciones y sobre todo para que los residentes tengan lo que se merecen qué es un trato digno y un buen cuidado, eso es lo más importante en estos momentos.
Marina: Siguiendo el hilo de ella, ¿por qué tiene que haber residentes de primera categoría y residentes de segunda? Los de primera categoría sería los que son residentes directamente incluidos en residencias que dependen de la Diputación Y los de segunda categoría son estos residentes, y como no hay sitio en las residencias de la Diputación los mandan a centros concertados que no tienen la calidad de servicios que tienen los centros de la Diputación. En realidad nuestro sueño sería que todo fuese público y de calidad.
Kontxi: Queremos que el servicio que se preste en todas las residencias sea de calidad y que sea bueno para todos, para residentes como para los trabajadores. Para mí este es el gran sueño.
Presidenta de la Asociación CSAS (Survivors of Childred Sexual Abuse) – Science and Friendship. Directora de DF Diario Feminista. Profesora de Periodismo y Comunicación Universitat Autònoma de Barcelona.
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