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Consultar definiciones en diccionarios y enciclopedias viene a ser estimulante. Así, en la entrada “feminidad” encontramos que es la “cualidad de femenino”. En cuanto a “feminismo”, hallamos con rotundidad que se trata del “principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”.  Ambigua la primera definición, inapelable la segunda. Será en el seno de aquella, en la de feminidad, que se producen ciertas prácticas en absoluto igualitarias tanto como netamente perjudiciales.

Será feminidad errónea que no feminismo la sumisión femenina a pasar frío en situaciones y lugares donde los hombres visten adecuadamente abrigados. Las imágenes culminantes se producen sin falta cada Nochevieja, cuando las cadenas de televisión retransmiten el ritual de las doce campanadas y las uvas.  Si corresponde hacerlo al aire libre, en pleno invierno, la presentadora lucirá transparencias y descotes temblando de frío al lado de un presentador elegantemente arropado. Para ella es distinto, ella debe enseñar carne (¿de gallina?) puesto que ha nacido mujer. De esta forma es cómo el feminismo brilla por su ausencia de forma clamorosa.

Pero no es este el único renglón en que muchas mujeres renuncian a aquel principio de igualdad proclamado en el diccionario.  Veamos. ¿Qué sentido tiene caminar sobre tacones de aguja de un palmo? Para sentirse elegante, ¿es necesario ser víctima propiciatoria para caídas, dolor de espalda, visitas a la podóloga mucho antes de lo común, mucho antes que el común de los hombres? Se trata de un extravío que asalta a mujeres de cualquier capa social. Recuerdo que hace un año escribí sobre los tacones de infarto que la propia reina y también la ministra de defensa exhibían en la celebración de la Pascua Militar. Allí estaban, de pie y aguantando mecha durante largo rato, sin la menor conciencia feminista, y lo que es peor, incapaces de dar ejemplo de sensatez.

¡Calzado cómodo, ideas claras, buen trabajo, el que sea de cada una de las mujeres de este siglo, ni más ni menos que el XXI!… Libertad de vivir sin perjudicarse la salud al anteponer una supuesta elegancia a la racionalidad y la autoestima. Así me expresaba en enero de 2017, y creo que, desafortunadamente, el motivo no ha perdido vigencia. Como tampoco ha perdido vigencia el desarrope femenino a bajas temperaturas.

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