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Si decimos que “otro mundo es posible”, si queremos un mundo mejor, tenemos que cuidar a las personas que ponemos como referentes a la infancia y juventud. Entre las mujeres más maravillosas de la historia está la trabajadora social y enfermera Irena Sendler, que arriesgó su vida y sufrió tortura por haber salvado a dos mil quinientos niños y niñas judías del terror de los nazis. Preocupa que haya quienes también dicen “otro mundo es posible” y, al mismo tiempo,  hacen invisibles a mujeres como Irena mientras ponen como referentes a otras que colaboraron con los nazis o con otros dictadores. ¿En qué mundo están pensando?, ¿cómo sería la sociedad si estuviera en sus manos?

Irena consiguió trabajar como enfermera en el gueto de Varsovia lo cual no era muy difícil entonces porque, ante el peligro de contraer enfermedades, los nazis preferían dejar esa labor en manos de personas polacas. Demostrando una vez más que la bondad no solo no está reñida con la inteligencia sino que, salvo excepciones, se potencian entre sí, se las ingenió para sacar de allí a niñas y niños de familias que corrían evidente peligro de ser llevadas al exterminio. Primero lo logró diciendo que tenían el tifus, luego ideó muchas otras formas incluyendo ataúdes con agujeros camuflados para respirar. Finalmente fue detenida, torturada sin que delatara a nadie y condenada a muerte; aún así, pudo escapar gracias a diversas ayudas.

Aunque fue candidata, no obtuvo el Nobel de la Paz (sí recibió otros muchos premios), pero no actuó como lo hizo buscando ese honor, sino solo motivada por salvar niñas y niños, por mejorar la humanidad. Es un creciente referente para quienes nos dedicamos al trabajo social y, cada vez más, lo será de todas las personas que trabajamos por un mundo mejor.

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Secciones: Culturas

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