¿Hay más libertad sexual en la actualidad? Ante esta pregunta dos autoras nos responden con dos posturas diferentes. Por un lado María Silvestre defiende que sí, que actualmente disfrutamos de mayor libertad sexual, aunque no se haya alcanzado la libertad plena. En cambio Garazi Lopez de Aguileta argumenta que aunque en muchos campos la libertad ha aumentado, las jóvenes sufren nuevas coacciones, a veces en nombre del “feminismo”.
Maria Silvestre
Hemos caminado hacia una mayor libertad sexual
Ante la pregunta de si actualmente hay más libertad sexual, rápidamente me posicioné a favor, es decir, me situé en la creencia sin matices de que efectivamente hoy vivimos con menos complejos y tabús sexuales, en la convicción de que la educación en la materia ha cambiado y en la esperanza de que el peso de la represión ha disminuido en los últimos años. Ahora bien, asumiendo una perspectiva más intersecccional es más difícil realizar dicha afirmación de forma contundente, puesto que no todas las personas viven hoy la sexualidad del mismo modo. Por tanto, para evitar caer en simples generalidades y atendiendo a mi deformación sociológica, decidí acotar el objeto de estudio a partir de una definición y de un sujeto. Así pues, las dos primeras cuestiones a resolver eran: en primer lugar, cuál era el significado que le iba a atribuir a la idea de mayor “libertad sexual” y, por otro lado, quién era el sujeto que habría o no experimentado dicha liberad sexual. Respondiendo a la primera cuestión, decidí entender por libertad sexual la posibilidad de ejercer la libertad a la hora de identificarse con una opción sexual determinada y a la hora de experimentar dicha sexualidad libremente. En este sentido, si comparamos nuestra sociedad con la de hace 50 años, podemos afirmar que ha habido una evolución hacia un mayor reconocimiento de las diferentes opciones sexuales y un mayor respeto hacia prácticas sexuales consentidas de diferente índole.
Si atendemos a la segunda cuestión, es decir, el sujeto, y si ese sujeto soy yo -que es el que tengo más a mano-, puedo afirmar que la libertad sexual conquistada, asumida, vivida y disfrutada ha ido incrementándose con los años. La evolución de la sexualidad a lo largo de los últimos 30 años ha supuesto una creciente conquista de libertad y un abandono de la represión, los prejuicios y los complejos.
En suma, según la definición de libertad sexual y a partir de la dimensión más experiencial, puedo afirmar que sí, actualmente disfrutamos de mayor libertad sexual, sin perjuicio de que no se ha alcanzado la libertad plena y de que todavía queda recorrido para vivir la sexualidad de forma más naturalizada y normalizada.
Garazi López de Aguileta
Las jóvenes sufrimos nuevas coacciones
Es indudable que ahora las mujeres tenemos más libertad que antes en muchos ámbitos. Quienes somos más jóvenes hemos podido conocer esta realidad a través de las estadísticas, la bibliografía, la prensa, los relatos de nuestras mayores. Sin embargo, se silencia que para quienes nacimos después de los años 80 hay nuevas coacciones que, en sus actuales y preocupantes dimensiones, no existían antes.
Dicen nuestras madres y las feministas que vivieron la transición que en su época no había libertad, que incluso cualquier joven que no fuera virgen era masivamente criticada. Lo que no dicen ni escriben es que ahora tampoco disfrutamos de esa libertad porque se nos coacciona a tener determinado tipo de relaciones, a determinadas edades y con determinadas personas. Suponemos las jóvenes que nuestras mayores no saben que sufrimos esos acosos y no solo por nuestros grupos de iguales, sino también con actuaciones institucionales como las que se llevan a cabo desde educación primaria. Digo que no lo saben porque si no fuera así tendríamos que pensar que no lo dicen ni escriben porque la misma generación que reivindicó su libertad frente a sus mayores está ahora dificultando la nuestra.
Las feministas hemos luchado mucho durante siglos por la libertad de todas las mujeres, libertad sin coacciones para hacer o no hacer lo que queramos, cuando queramos y con quien queramos. Sin embargo, a veces se usa el nombre “feminismo” para lo contrario. Hemos visto con frecuencia cómo adolescentes que compartían un enamoramiento igualitario con un chico han sido descalificadas desde programas de “coeducación” que les dicen que el amor mata y olvidan que en muchos ligues de una noche hay violencia que va desde el muy frecuente insulto hasta la violación e incluso en algunos casos la muerte. ¿Con qué derecho esas “feministas” nos dicen si tenemos que enamorarnos o no? Sinceramente, no vemos que ellas hayan tenido mejores relaciones que las nuestras y, aunque fuera así, no tienen derecho a imponernos las suyas. ¿Con qué derecho nuestras madres o tías hacen una intromisión en nuestra intimidad que ellas no aceptaron a sus madres y quieren darnos sobre nuestras relaciones opiniones que no les hemos pedido?
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