El bienestar podría mejorarse a través del entrenamiento, lo que implica que las personas podrían reducir los niveles de estrés a los que están expuestas, educando sus características sociales y emocionales de igual manera que lo han hecho con todos los demás conocimientos, a través del aprendizaje cognitivo.
Según el artículo Social influences on neuroplacticity: Stress and interventions to promote well-being, “el cerebro de los vertebrados parece ser particularmente sensible a las influencias sociales”. El ejercicio físico regular o la terapia cognitiva, entre otras prácticas, provoca que la plasticidad del cerebro se modifique para obtener “resultados conductuales positivos”.
Ciertas influencias sociales pueden provocar estrés. La alteración en el cerebro inducida por entornos estresantes tiene efectos que se pueden sentir durante mucho tiempo, por lo que la investigación se ha centrado en los factores (circunstancias ambientales) que provocan este estrés para encontrar soluciones. Los autores del artículo, Richard J. Davidson y Bruce S. McEwen describen la exposición al estrés temprano como una de las circunstancias ambientales en las que la investigación ha invertido recursos a la hora de diseñar intervenciones (practicar ejercicio, terapia cognitiva, aprendizaje emocional) para promover resultados positivos.
Según el autor del artículo Richard Davidson del Laboratorio Waisman de Imágenes del Cerebro y Comportamiento y Centro para Investigar Mentes Saludables, Universidad de Wisconsin-Madison (USA), “las intervenciones explícitamente diseñadas para promover cualidades emocionales positivas como la bondad y la atención plena, implican que tales cualidades se pueden considerar como el producto de habilidades mejorables a través del entrenamiento”. En conclusión, de la misma manera que podemos entrenar nuestro cuerpo para estar en mejor forma física, podemos entrenar nuestro cerebro para estar en mejor forma mental, educando el cerebro para prevenir situaciones como las del estrés.
