En el debate de hoy Birginia Pozo defiende que no hay que diferenciar baños para niños y baños para niñas, mientras que Oriol Rios propone diferenciar y añadir un tercer baño.
En la sociedad del siglo XXI donde los centros educativos se aboga por el respeto, la igualdad y la convivencia tenemos un tema pendiente: los váteres. Hablamos de la importancia de la construcción del espacio para que este también sea parte la educación de nuestro alumnado. Soñamos con diseños arquitectónicos (pedagógicos) donde los espacios también formen parte del proyecto educativo y de vida de nuestra comunidad; vidas y proyectos que desarrollamos día a día en nuestras aulas, en nuestros patios y también en nuestros aseos.
Pero parece ser que entorno a este lugar al cual todas las personas acudimos sin excepción, levantamos un muro, un paréntesis en defensa de la privacidad y del respeto a lo íntimo. Convertimos y continuamos perpetuando todo tipo de tabúes relacionados con la sexualidad (o mejor dicho, con los genitales de nuestro cuerpo).
Diferenciamos los urinarios por sexo, donde los niños pueden orinar de pie y en comunidad, solo defecan secretamente (de nuevo asoma el tabú). Las niñas, sin embargo, hemos realizado nuestras necesidades toda la vida de una manera semi-privada, con todo lo que esto conlleva y acarrea en la construcción del la personalidad.
Defiendo la privacidad y la intimidad, que quede claro, pero no en nombre de cualquier cosa. Defiendo los espacios seguros, libres de violencia y abuso ¡Tolerancia cero contra estas actitudes! Pero segregar los baños de una manera binaria no va a solucionar el problema de la lacra machista y heteropatriarcal.
Hablo en primera persona. Por todas esas personas que nos tocó o nos quisimos ubicar en la periferia de la no- normatividad. Concibo los baños como lugares que también construyen el género. Y en esta sociedad identificarse con un género parece ser obligatorio. ¿No va siendo hora de romper con ese binarismo entre hombre-mujer?. ¿Qué pasa con todo ese alumnado que no quiere ni desea la “etiqueta” de ninguna de las opciones? ¿Qué pasa con esas personas que están transitando de un género al otro?
Sinceramente creo que si queremos educar a esa futura humanidad para que avance hacia una convivencia real y pacífica, libre de violencia y de prejuicios, la escuela como institución debe de ir un paso por delante. Estamos a tiempo, nadie dice que vaya a ser fácil pero tenemos que estar preparadas para el cambio, nunca es tarde.
El derecho a la intimidad de las personas, de cualquier expresión de género u orientación sexual, ha sido una prioridad desde que la democracia se ha consolidado en las recientes décadas como la mejor forma de vivir en sociedad. Considerando este punto de partida, recientemente gracias a las conquistas cosechadas por el movimiento LGTBIQ+, sobretodo del activismo trans e intersexual, se ha manifestado la necesidad de reconsiderar determinadas realidades sociales.
Dichas realidades están ligadas a la visión binaria que normalmente se estructura alrededor del género en nuestro día a día, como por ejemplo la identificación como hombre o mujer en los documentos oficiales o en los formularios para participar en algunas encuestas o cuestionarios.
En este marco ha surgido el debate sobre la necesidad, o no, de hacer también esta distinción binaria en los aseos de lugares públicos o recintos privados. Este planteamiento expone la existencia de una falta representatividad de aquellas personas que no siguen estos cánones binarios. Ante todo ello, algunas organizaciones, asociaciones e instituciones están proponiendo y articulando diferentes estrategias de visibilidad y representatividad.
Una de las más populares y avaladas por el movimiento LGTBIQ+ es la creación de aseos exclusivos para personas, o bien no binarias, o que no se sienten representadas por la dicotomía hombre-mujer. Por ejemplo, en algunos congresos internacionales, como el que organiza anualmente la American Educational Research Association, ya tiene en cuenta esta realidad e incluyen aseos para este colectivo. También cabe subrayar como algunas universidades agregan categorías no binarias de género en sus solicitudes para poder acceder a una ayuda de movilidad Erasmus.
Esta es una estrategia sobre la que es necesario incidir y reflexionar para tener presente el debate sobre el derecho a la intimidad que he comentado al principio del artículo. De hecho, en algunos países como Alemania ya es una realidad que ha llegado a las esferas judiciales. De esta forma, si hay personas adultas o menores que se sienten o bien hombres, o bien mujeres o bien otro género, la existencia de tres tipologías de aseos contribuye de forma muy positiva a este reconocimiento y respeto.
Comparte esto:
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Telegram (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para imprimir (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Reddit (Se abre en una ventana nueva)
- Más