El pasado 9 de noviembre tuvo lugar en Barcelona un Panel abordando la temática del Acoso Sexual de Segundo Orden dentro del marco de la XIII Forum contra las Violencias de Género, organizado por el Grupo CREA SAFO . En primer lugar intervino Anália Torres, expresidenta de la Asociación Europea de Sociología (ESA), Coordinadora del Centro Interdisciplinario de Estudios de Género (CIEG) de Portugal y Catedrática de la Universidad de Lisboa; seguidamente, Lídia Puigvert, profesora de Sociología de la Universidad de Barcelona y miembro afiliado del Centro para la Comunidad, Género y Justicia Social del Instituto de Criminología de la Universidad de Cambridge; finalmente, intervino Dominique Roe-Sepowitz, profesora de trabajo social de la Arizona State University, investigadora sobre explotación sexual y tráfico de personas con finalidades sexuales.
Anália Torres en el Panel de Acoso Sexual de Segundo Orden, Barcelona
En primer lugar, Anália Torres habló sobre el acoso sexual en el trabajo a través del ejemplo de una investigación que ella misma dirigió en Portugal. La investigación consistió en una encuesta que se realizó en 1999 y otra en 2010 y, aunque el estudio fuera antiguo, destaca que a partir de los años 60 cuando el movimiento feminista estaba en pleno auge, se empezaba a hablar sobre acoso sexual, al que antes se llamaba “Atención Sexual No Deseada”. Destacó tres cuestiones: las relaciones de poder, las relaciones de género y el contexto de organización. La investigadora definió que hay cuatro insinuaciones de acoso sexual: insinuaciones sexuales, contacto no bienvenido, contacto físico y visual y pedir favores sexuales a cambio de promesas en el trabajo.
Según el estudio, del 16’5% de personas afectadas por acoso sexual, el 12% eran mujeres y los hombres eran el 4’5% restante. Entre un estudio y otro, cambiaron muchas cosas en el contexto. Una de las diferencias fue que en el primero había un 34’1% de mujeres afectadas y en el segundo se dio un resultado de 14’4%. Por lo tanto se había reducido considerablemente. Para entender las dinámicas de la importancia fundamental y estructural del acoso sexual, el estudio combina las diferencias de género y sexualidad. En las organizaciones se percibe que, en cuanto a sexualidad, hay un doble estándar en que a los hombres se les atribuye una hiperactividad sexual mientras que las mujeres deberían ser más pasivas. En cuanto a género, el 80% de las personas acosadoras son hombres igual que en los casos de acoso homosexual, si bien también hay mujeres. Las víctimas son sobre todo personas con contratos precarios.
Los resultados finales en la comparación de ambos estudios indican que actualmente las mujeres se muestran más capaces de identificar el acoso sexual. Las mujeres que han sufrido acoso ahora pueden reaccionar más, es decir, pasan de no hacer nada a mostrar desagrado o desacuerdo. En 1999 la mayoría de personas acosadoras eran, sobre todo, colegas, mientras que en 2010 son superiores. Aunque el número de acoso sexual ha disminuido en el estudio, sigue siendo alto en comparación con los datos de Europa.
Lídia Puigvert, Panel Acoso Sexual de Segundo Orden, Barcelona
La segunda intervención fue de Lídia Puigvert, que partió de las primeras jornadas sobre Acoso Sexual de Segundo Orden que se celebraron en Barcelona en diciembre de 2016. Expuso que es necesario que las víctimas de acoso sexual se atrevan a alzar la voz, y para ello necesitan personas que les den apoyo. Puigvert define el Acoso Sexual de Segundo Orden, de forma sintética, como la violencia física y/o psicológica contra las personas que dan apoyo a las víctimas de acoso sexual. Esta injusticia crea problemas profesionales y psicológicos a las personas que denuncian a quienes acosan para apoyar a las víctimas y acompañarlas en su proceso de denuncia.
Es decir, el Acoso Sexual de Segundo Orden es como un mensaje que se lanza a las personas que protegen a las víctimas, un “no te metas, porque puedes salir perjudicado”. La investigadora
afirma que es importante romper con el silencio y con este tipo de acoso de segundo orden, porque de otro modo difícilmente las víctimas podrán dar los pasos para poder denunciar. Es imposible superar la violencia de género sin el apoyo social a las víctimas, que está dramáticamente limitado por la violencia contra quienes toman una postura activa en su favor. Hace falta el reconocimiento público y mostrar estrategias para que el acoso sexual de segundo orden pueda ser denunciado legalmente. Por tanto, se requiere un posicionamiento público sobre este concepto.
Así, por ejemplo, cuando se trabaja con adolescentes, si las personas profesionales o las instituciones rechazan este acoso y lo denuncian, los y las jóvenes verán esta toma de posición y podrán actuar de forma consecuente. Muchas veces los y las adolescentes no lo hacen, y que defiendan a las víctimas también depende de que los y las profesionales, desde el ámbito académico o laboral, lo hagan. Puigvert define como valientes a las personas que protegen a las víctimas y que, aún sabiendo todo lo que les puede venir encima, no miran a otro lado y las acompañan en su camino. En otras palabras, si no eres parte de la solución, eres parte del problema.
En las jornadas a las que hizo referencia al principio de su intervención, se plantearon una serie de cuestiones que ocurren también en nuestro alrededor. Por ejemplo, una persona que insulta a las víctimas o a quienes las defienden y cuenta con apoyos. En este caso, esta persona se crece y, ante esta situación, se debe decir basta. O el caso de personas que apoyan a la víctima, pero que no dicen nada para de “no salpicarse”, por lo que les puede venir encima o para evitar su aislamiento junto a la víctima. Se debe evitar que aquello que todo el mundo sabe, no se diga, y más cuando se ocupan posiciones de poder que permiten evitar estas situaciones.
El Acoso Sexual de Segundo Orden lo podemos encontrar en varios espacios: tanto en ámbitos sociales, como la comunidad, la universidad -uno de los primeros lugares en hablar de este concepto e investigarlo-, en el trabajo, en la esfera judicial, en la esfera política y también en los medios o en la prensa.
Lo que suele pasar muchas veces, como se decía anteriormente, es que la víctima se eche para atrás y que la persona que la apoya se niegue a romper el silencio por miedo a lo que puede ocurrir. Esto genera un paso hacia atrás y que no se lleven a cabo las acciones correspondientes. Por eso es importante romper con el aislamiento, con la sensación de víctima y superarlo para que otras personas puedan romper el silencio, y lleguen a salir beneficiadas de hacerlo, no perjudicadas. Las evidencias científicas muestran que muchas de las víctimas expresan que la pesadilla no es solo vivir el momento del acoso, sino lo que viene después por parte del ataque que no solamente reciben las víctimas, sino también las personas que las defienden. Puigvert señala que en la investigación este concepto es conocido como “revictimización”, tanto para la víctima como para quienes la apoyan.
En el caso de los medios de comunicación, por ejemplo, es importante el posicionamiento, ya que tienen un gran impacto en la vida de las personas y en la opinión pública. Los medios pueden posicionarse de dos formas: o bien apoyar a las víctimas, o bien fomentar el silencio. En el ámbito académico, muchas personas vinculadas a diferentes medios han apoyado a las víctimas y han contribuido a romper el silencio de una forma mucho más extensa de lo que podría llegar la víctima por su cuenta o las personas que las apoyan. Pero no siempre los medios actúan a favor de la víctima, también pueden ser cómplices de los agresores y de la violencia. Hay que generar un debate que pida y obligue a los medios a que se posicionen siempre a favor tanto de aquellas personas que denuncian como víctimas, como de aquellas que las apoyan..
Algunas ideas para favorecer el posicionamiento al lado de las víctimas y, a su vez, evitar el Acoso Sexual de Segundo Orden giran en torno a que las mujeres no son culpables del acoso sexual que sufren y, por tanto, debemos romper y evitar su revictimización para darles apoyo. La segunda sería romper con los estereotipos que existen a menudo, entendiendo que hombres y mujeres se posicionan unos a favor y otros en contra. Esto es falso. Hay hombres y mujeres que apoyan a las víctimas y hombres y mujeres a favor de los agresores y, por lo tanto, lo que hay que conseguir es que todas y todos apoyemos a las víctimas y no a los agresores. Otra idea sería demostrar que rompiendo el silencio se puede tener una trayectoria exitosa. Hay personas que tienen situaciones de depresión e incluso suicidio. Debemos demostrar que aquellas personas que rompen el silencio tienen vidas exitosas y potenciar los referentes que lo han logrado.
En el ámbito educativo de infantil y primaria, existen experiencias en las que se fomenta la violencia 0 mediante el compromiso de dar apoyo a las víctimas y de rechazar a las personas agresoras. Así, si alguien se atreve a decir algo, quien saldrá “salpicado” será el agresor o agresora. Esta experiencia demuestra que, si se es más activo en el apoyo, se reduce la violencia de género en el contexto educativo.
Lídia Puigvert finalizó su intervención diciendo que irán apareciendo más casos de acoso sexual y a medida que vayan saliendo, se irán pidiendo responsabilidades. Al final, todas aquellas personas que tuvieron la oportunidad de proteger y no lo hicieron, también van a tener que responder y atenerse a las consecuencias.
Dominique Roe-Sepowitz en el Panel Acoso Sexual de Segundo Orden, Barcelona
Finalmente, intervino Dominique Roe-Sepowitz, que también colabora con la revista Violence Against Women. Dominique es investigadora y trabajadora social, experta en temas de trata de personas. Empezó a trabajar con gente que estaba en la cárcel y aprendió mucho de sus vidas y de lo que estaban pasando, de sus traumas, de sus experiencias de violencia de género, y sobre todo de pensar cómo podían restablecer su vida una vez que estuvieran fuera de la cárcel. De la experiencia que explicó, el 60% de las 105 mujeres de esa cárcel habían intercambiado sexo por algo a cambio y cuatro trabajaban ahora en la comunidad.
Dominique al principio sabía muy poco de la prostitución y de lo que implicaba; pero sabía que podía ser cualquier mujer que se pareciera a ella, podía ser cualquier persona, no se distinguen en nada de las demás. Para las mujeres que habían sufrido una agresión sexual en la prostitución, su experiencia ha sido mucho peor que para el resto de mujeres que estaban en la cárcel que no habían tenido que prostituirse. Se dio cuenta que no es tanto el cambio que tiene que hacer una mujer cuando se vuelve a incorporar en la sociedad, sino que es un problema de que la sociedad eligiera entre esas mujeres. El problema está entonces relacionado con el hecho de ser víctima y que se denuncia a personas distintas, que podían ser incluso las personas que ayudan a esas mujeres que tienen una percepción distinta. Ella se dio cuenta de que no podía hacer nada sola sobre esta situación, sino que tendría que encontrar una comunidad que lo pudiera hacer porque si no, sería imposible. Viendo que no había esa comunidad, la tuvo que crear. Sobre todo, la Dra. Roe-Sepowitz afirma que se debe formar a las personas que, por ejemplo, se encargan de quitarles los hijos e hijas a mujeres víctimas de prostitución para que las vean de forma distinta, sin connotaciones negativas.
Dominique puso el ejemplo de una chica de veinticinco años que había estado prostituyéndose desde los dieciséis, obligada por su proxeneta. En un momento dado, ella se quedó embarazada y él quiso tener al bebé, así que ella pensó que lo quería. Pero cuando tuvo al bebé, el proxeneta le dijo que lo cuidaría su madre (la del proxeneta) y que ella tendría que seguir ganando los mismos 600 dólares al día para poder ver a su hijo. Pasados unos meses, la chica se cansó y decidió ir a juicio para poder ver a su hijo. El juez le dijo que ella era una prostituta y el proxeneta tenía cargos por drogas, así que la persona indicada para cuidar del bebé era la madre del proxeneta. Muchas personas estudiaron el caso, pero ninguna defendió y protegió los derechos de la chica y se cuidó de ella y de su hijo. Este caso despertó un interés especial en Dominique para resolver este tipo de situaciones y conseguir una preparación para responder a situaciones así, para poder actuar para proteger las víctimas.
En la comunidad empezaron a hablar mucho de trata, porque es lo que hace pensar a la gente, y lo que es necesario para poder afrontarla. Empezaron a hacer y difundir programas educativos sobre todo sobre qué es la trata y cómo cada persona puede responder a ella, qué es lo que podemos hacer para involucrarnos en la lucha contra la trata. Empezaron a pensar que necesitaban tener mucho impacto social y cambiar la forma de pensar y de entender este problema para poder pensar de forma diferente sobre la trata. La prostitución no es nada nuevo, pero precisamente por eso debían ser personas renovadoras y pensar nuevas formas de hacer un cambio.
Han hecho mucha investigación sobre el tema, pero la Dra. Roe-Sepowitz destaca que han trabajado mucho con la comunidad de sobrevivientes y que estas participan en todas las dimensiones: en trabajo y en investigación. La primera semana de noviembre fundaron la primera casa en Estados Unidos para mujeres víctimas de trata. Sobre todo, dice Dominique, tenemos que pensar que no podemos rendirnos y, aunque sabemos que hay personas que dejan sus trabajos y que tiene un coste importante, tenemos que ser valientes y estar unidas ante este problema.
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