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La red de UISG está formada por 2.000 superioras generales de congregaciones femeninas en todo el mundo, representando a más de medio millón de hermanas y recientemente se han unido para expresar su indignación por las formas de abuso que prevalecen en la Iglesia y también en la sociedad. 

En su escrito manifiestan que están al lado de las mujeres y hombres que valientemente han presentado informes sobre los abusos a las autoridades, condenando a todas aquellas personas que participan en mantener la cultura del silencio bajo el falso argumento de proteger la reputación de la institución.  Y por ello, insisten en la necesidad de afrontar estas denuncias bajo informes civiles y penales transparentes de los abusos cometidos tanto en las congregaciones religiosas, como en las parroquias, así como en cualquier espacio público.

Además, animan a denunciar a aquellas religiosas que hayan sufrido abusos a sus responsables, o autoridades civiles, y en el caso de no ser escuchadas, la UISG se compromete a  revisar sus informes, y ayudarles en su proceso de denuncia. Añaden como prioridad colaborar juntamente con las autoridades civiles en programas de prevención y tal y como expresan en el final de su carta “Deseamos tejer la solidaridad en estas situaciones que deshumanizan y contribuir en la nueva creación en todo el mundo”.

A principios de año,  las sacerdotisas de la iglesia evangélica luterana iniciaban su propio movimiento #metoo, y ahora la red de superioras de la Iglesia Católica, también están promoviendo un cambio dentro del seno de la iglesia.  Estos avances implican una mejora en la creación de espacios de violencia 0 también en las comunidades religiosas.

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