La neurociencia se va centrando cada vez más en las lesiones que experimenta el cerebro y cómo prevenirlas. Un estudio publicado en la revista Development and Psychopathology ha demostrado la aparición de cambios en el cerebro de las adolescentes que se autolesionan, que llegan a sufrir anomalías estructurales y funcionales en diversas áreas relacionadas con las emociones. Los cerebros con autolesiones graves como, por ejemplo cortes, presentan características parecidas a las de las personas con trastorno límite de la personalidad.

El estudio titulado Self-injuring adolescent girls exhibit insular cortex volumetric abnormalities that are similar to those seen in adults with borderline personality disorder [Las adolescentes que se autolesionan exhiben anomalías volumétricas de la corteza insular que son similares a las observadas en adultos con trastorno límite de la personalidad] lo llevó a cabo un equipo investigador de los departamentos de Psicología y Psiquiatría de las universidades de Texas, Ohio State University, University of Utah y Temple University. Para la investigación, se procesó el análisis del cerebro de 20 adolescentes mediante resonancia magnética. Algunas de ellas tenían antecedentes con autolesiones graves y otras, no. El equipo investigador comparó el volumen cerebral de los dos grupos de adolescentes y vio una diferencia sustancial en aspectos como la ínsula y el giro frontal inferior, dos regiones próximas en el cerebro que también ocupan un tamaño menor en adultos con trastornos de personalidad. También constataron que estas modificaciones del volumen cerebral son más comunes en el caso de las mujeres.

Para la correlación entre el volumen cerebral y la capacidad de regular las respuestas emocionales, el equipo liderado por la científica Theodore Beauchaine realizó entrevistas con las participantes antes de la exploración con el escáner. En las conclusiones del estudio, los y las investigadoras afirman que, si bien no todas las adolescentes que se autolesionan van a desarrollar más tarde un trastorno de personalidad, sí es necesario, gracias a estos hallazgos, mejorar la prevención y establecer una intervención bien temprana, siendo conscientes y sabiendo que los riesgos de autolesión no solo provocan cambios de conducta, sino también cambios biológicos. Una vez más las evidencias científicas nos dan a conocer tanto la posibilidad de intervención temprana en las conductas humanas como la posibilidad de gestionar la conducta del cerebro en base a su plasticidad

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