El Comité de Derechos Humanos de la ONU avala que el expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, en prisión desde el pasado mes de abril, presente su candidatura en les próximas elecciones. Condenado a 12 años de cárcel por corrupción, la defensa discute el proceso alegando que se basa en confesiones obtenidas de acusados que negociaron una reducción de penas. Lamentables triquiñuelas, estas que a menudo se atribuyen a los órganos judiciales y que roban a la Justicia toda credibilidad.

Lula, que tiene a su favor les encuestas, ha obtenido un soporte internacional tan inesperado como valioso que aboga para que se le permita ejercer sus derechos políticos pese a estar encarcelado. No dejaría de resultar extraordinario que el próximo presidente del país se encontrara entre rejas. Sin embargo, de ser así, podría sacarse a colación un episodio ocurrido en Gran Bretaña hace dos siglos y medio, no exactamente igual pero similar.

El parlamentario John Wilkes editaba en 1762 The North Briton, un periódico desde el cual criticó un discurso del rey Jorge III. Acusado de sedicioso, fue encerrado en la Torre de Londres, hasta que finalmente el Tribunal de Apelaciones Comunes dictó su liberación.

Empecinado, volvió a la carga contra el gobierno, iniciándose contra él un nuevo proceso que le indujo a refugiarse en Francia. Cinco años más tarde, regresó en secreto y se presentó de nuevo en las elecciones al Parlamento. Salió electo, pero pagó el precio de ser detenido y de ver cómo se le denegaba el escaño. Wilkes, todo un carácter, se presentó a tres elecciones más desde su celda, resultando elegido en todas. Alcanzado el año 1769, y todavía en prisión, fue votado edil por Londres. Y en 1774, ya libre, se convirtió en alcalde de la capital al tiempo que regresaba a la Cámara de los Comunes.

Doscientos cincuenta años separan a Wilkes de Lula, sin embargo, si este último llega a obtener la presidencia de su país aun estando en prisión, vendrá a demostrarse que a fin de cuentas, a veces, con suerte, es el pueblo el que tiene la palabra.

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