Abusos sexuales, bullying, agravios a los refugiados son asuntos que nos estremecen y que repudiamos. Por contra, se suele permanecer socialmente ajeno a la nefasta situación en que se encuentran numerosas personas mayores. Ancianos, o sin llegar todavía a serlo, que son objeto de malos tratos físicos o psicológicos, o de ambos tipos a la vez.

A fin de dar visibilidad a tamaña lacra, diversas entidades sociales comprometidas con la atención de los mayores acaban de firmar un Manifiesto encaminado a erradicar los maltratos. Se firmó en Barcelona el pasado 14 de junio, y en él se impugnan estereotipos como el edatismo (neologismo aún no aceptado por las academias de la lengua), sinónimo de discriminación por razones de edad y que constituye el substrato para muchas actitudes y comportamientos contrarios al respeto y al bienestar de las personas de edad avanzada.

La OMS calcula que un diez por ciento de las personas mayores sufren malos tratos, cifra que sin duda se dispararía si no sucediera que las denuncias, o simples notificaciones, se realizan tan solo en un porcentaje muy bajo respecto de los casos reales. Es así debido a circunstancias tales como el temor a sufrir represalias por parte de los denunciados, el aislamiento social, el deterioro cognitivo. De cualquier manera, se trata de personas vulnerables a causa de su dependencia por la pérdida de fuerzas físicas o mentales. Urge, es evidente, una toma de conciencia generalizada ante un problema a las puertas del cual se hallará toda persona viviente.

El maltrato adquiere formas tan diversas y concluyentes como el abuso económico, los daños corporales, la extorsión emocional, la negligencia en el cuidado o el abandono. Al respecto, el mencionado Manifiesto propugna acciones coordinadas contra el maltrato. Entre ellas, la formación y sensibilización de familiares, profesionales, instituciones y cuidadores. Involucrar a los medios de comunicación en el trato respetuoso de los mayores y en su defensa. Impulsar mecanismos de asistencia, asesoría, denuncia anónima y protección eficaz.

La gente mayor, tan inerme, debe contar con la gente joven para prevenir el maltrato o para perseguirlo y anularlo cuando exista. “Hoy por mí, mañana por ti”, sería la sobada frase que definiría una conducta tan indispensable como cargada de lógica.

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