La revista científica Nature Ecology & Evolution publica las últimas investigaciones sobre la importancia histórica de los movimientos de las cejas para la evolución humana.

Según un artículo de investigadores canadienses, las cejas han servido a lo largo la historia como herramienta de comunicación, vital para la cooperación social, mientras que hasta el momento se habían asociado las cejas con la función de protección de los ojos y el cráneo.

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La investigadora en el departamento de Arqueología de la Universidad de York, Penny Spikins, coautora del trabajo, afirma en Agencia SINC que las cejas eran la pieza que faltaba para entender cómo los humanos modernos lograron llevarse con los demás mejor que otros homínidos, ahora extintos.

Los científicos recrearon digitalmente un cráneo fósil de Homo heidelbergensis, hallado en lo que hoy es Zambia y conocido como Kabwe 1, que tiene entre 300.000 y 125.000 años de antigüedad. A través de un software de ingeniería 3D descubrieron que los arcos superciliares del fósil eran mucho más grandes de lo necesario para proteger las cuencas oculares y la caja craneal, de modo que una ceja gruesa poco tiene que ver con la función de proteger el cráneo al comer. Otras hipótesis, como mantener el sudor o el pelo fuera de los ojos, ya se habían descartado, por lo que sugirieron que se puede encontrar una explicación plausible en la comunicación social.

A medida que los humanos se volvieron más sociables, el aplanamiento de la frente permitió el desarrollo de cejas más visibles y movibles, capaces de mostrar emociones sutiles y cambiantes. Un movimiento rápido de cejas es un signo de reconocimiento, alzarlas indica simpatía, y hay pequeños movimientos que son clave para identificar la confiabilidad y el engaño. Todo esto se traduce en una mayor cooperación y comprensión entre las personas.  

Como afirma la investigadora Spikins en SINC, los humanos modernos son los últimos supervivientes de los homínidos. Mientras los neandertales se estaban muriendo, nosotros colonizábamos rápidamente el mundo, sobreviviendo a entornos extremos. Esto tuvo mucho que ver con nuestra capacidad para crear grandes redes sociales. Spikins afirma que se sabe, por ejemplo, que los humanos modernos prehistóricos evitaron la endogamia y se fueron a vivir con amigos en lugares distantes durante los tiempos difíciles.

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