En estas fechas en que cobran especial importancia los festejos con quienes más queremos, ¿qué podemos hacer por las personas que no tendrán esa suerte? Seguro que a muchas y muchos lo primero que les viene a la cabeza es “comida” y “compañía”. Proporcionar un plato de comida o visitar a alguna persona que se encuentra sola es algo a lo que, particularmente, podemos contribuir fácilmente. Así lo entienden también cada vez más asociaciones, comedores sociales o personas que durante estos días ponen en marcha diferentes iniciativas solidarias como realizar voluntariado, recogida de alimentos, etc.

El Informe que publicó European Anti Powerty Network (EAPN) sobre el Estado de la Pobreza en el Estado Español el año 2017, proporciona cifras en torno al 27’9% de personas pobres o en riesgo de pobreza, concluyendo que “Las personas que viven en hogares con niños y niñas tienen tasas de AROPE hasta 30 puntos porcentuales más elevados que las de aquellas que viven en hogares compuestos sólo por adultos”, afectando principalmente a mujeres. La EAPN recuerda también que en 2010 España se fijó el objetivo para Horizon 2020 de reducir alrededor de 1.400.000 el número de personas que viven en riesgo de exclusión social y/ o pobreza por lo que aún queda mucho por hacer si esto se quiere conseguir, así lo demuestran los análisis.

Entre esas iniciativas podemos encontrar  Te invito a cenar.org propuesta que promueve Compañía de Obras de España  y que a dia de hoy cuenta con más de 500 voluntarios y algunas personalidades del mundo de la cocina o Restaurantes Contra el Hambre  organizada en colaboración con la Federación Española de Hostelería, pero también de personas particulares como la del dueño de un restaurante cántabro que desde hace tiempo pone una mesa en la calle con envases de comida caliente para aquellos que no se la pueden lograr por sus medios.

La solidaridad entre las personas es tan mágica y poderosa que puede conseguir aquello que nos narra Dickens: Nada tenían de alegre el clima o la ciudad; y, sin embargo, reinaba en todas partes una atmósfera de alegría que ni el aire más puro del verano ni el sol más resplandeciente habrían sido capaces de producir (Cuento de Navidad).

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