La predisposición genética, unida a un actual acceso ilimitado a los alimentos, y la adquisición progresiva de un estilo de vida sedentario provocan que la obesidad se haya convertido en una relevante preocupación para las sociedades occidentales. El balance energético positivo crónico que causa la obesidad la convierte en un factor de riesgo relevante para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y ciertos tipos de cáncer, incrementando los índices de mortalidad entre las personas que padecen este trastorno. Sin embargo, en los últimos años la investigación científica sobre los mecanismos de resistencia a la acción de hormonas metabólicas como la leptina y la grelina, cruciales en el control del antedicho equilibrio energético, se ha desarrollado considerablemente. Este hecho constituye una oportunidad para el desarrollo de tratamientos de la obesidad que favorezcan la acción de dichas hormonas.

Muestra de ello es la publicación de Huxing Cui, Miguel López y Kamal Rahmouni “The cellular and molecular bases of leptin and ghrelin resistance in obesity”, en la que los autores profundizan en la comprensión de los procesos celulares que bloquean la acción de la leptina y la grelina. En su exposición plantean que existe una asociación entre el exceso de grasa corporal y la existencia de una disfunción en el control neuroendocrino del balance energético u homeostasis, de tal forma que el cuerpo de una persona con obesidad tiene más probabilidades de quedar indefenso en el control del exceso de energía. En otras palabras, el exceso de adiposidad provoca una interrupción en la comunicación de información de la leptina y la grelina al sistema nervioso central sobre los niveles de reservas de energía y el estado nutricional del individuo, contribuyendo al desarrollo y mantenimiento de la obesidad. Por otro lado, los autores consideran que este tipo de obesidad asociada a la resistencia a estas hormonas estaría asociada a diversas enfermedades, más allá de trastornos metabólicos.

Para el tratamiento de este trastorno, Cui, López y Rahmouni consideran necesaria la identificación de formas de mejorar la sensibilidad a la leptina y la ghrelina para poder desarrollar métodos farmacológicos eficaces para la obesidad, si bien los experimentos llevados a cabo para determinar el funcionamiento normal de ambas hormonas, conseguir su equilibrio y prevenir la obesidad, lo relacionan con una nutrición, actividades y descanso saludables.

La investigación científica demuestra que los procesos químicos que tienen lugar en nuestro organismo no son independientes de los hábitos que tenemos, de tal forma que una mala alimentación basada en el exceso de grasa puede incluso bloquear los mecanismos que equilibran nuestras reservas de energía. De la misma manera, acciones como dormir o llevar una vida saludable y activa, pueden prevenir esta disfunción, previniendo a la vez las graves enfermedades que puede llegar a desarrollar

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